Tuesday, November 22, 2011
Carta póstuma.
By Miguel Grillo Morales on Tuesday, September 27, 2011 at 9:45am
Buen Socio.
Justo ayer recibí tu carta. La estaba esperando, desde aquella tarde de nuestra última conversación, cuando tu voz ronca, a través del mi celular me alerto: - “Hoy te puse correspondencia, espérala”.
Por esos caprichos de la vida y la morosidad del correo cubano, me llego ayer, 23 de Septiembre, víspera de la virgen de las Mercedes, patrona de tu pueblo y el mío. 62 días después de tu haberla escrito, 20 días después de tu muerte.
Hace mucho aprendí a controlar mis instintos, por eso la deje reposar un día sobre mi escritorio.
La leí con gran dificultad, se me nublaba el papel y me ahogaban los sollozos. Tu letra pequeña, elaborada, tus ideas claras organizadas. En ella me hablas del tu batalla contra el cáncer, del fuerte tratamiento de químio y radiaciones a que estas siendo sometido y de tu voluntad y esperanzas. Es imposible deducir que la escribes en el ocaso de tu vida, a escasos días de tu muerte.
Haces un detallado recuento de todo lo que unió nuestras vidas desde que mis ojos se abrieran a la luz frutecida de la finca Esperanza y Sumidero, en el Central Mercedes. Cuando aquellos potreros veían pasar tu figura y la mía caminando hacia el río. El Sol del trópico calentaba nuestras espaldas y fraguaba una relación sólida, que no lo sabíamos entonces, pero duraría más de medio siglo.
Recuerdo el circulo de novillas cebú, curiosas y retozonas a nuestro alrededor. Tú me hablabas de Rafael de León, de Lorca, de Martí, del último libro que habías leído. De pronto te detenías y me demostrabas sobre el terreno alguna maravilla de la naturaleza que podía ser la cueva de un insecto o el nido de un sabanero. Siempre un consejo sabio, una opinión honesta.
Tu relato incluye recuerdos de nuestra incursión en los negocios en Republica Dominicana, primero en la finca Botoncillo Agroindustrial y más tarde en la panadería La Reina. Fueron nueve años inolvidables, en que retomamos el vínculo perdido por mi partida de Cuba y descubrimos que aquella relación de niño a hombre se consolidaba mucho más, de hombre a hombre. Socio, cuanta enseñanza recibí de ti.
En tu carta, me hablas de muchas cosas. De tu orgullo por el desenvolvimiento de mis cuatro hijos y rememoras cuando compartiste con ellos, en aquellos días de vacaciones en diferentes playas dominicanas, de la misma manera que lo hacías hace muchos años conmigo. Todos ellos te recuerdan con un cariño diáfano.
Incluyes algunos pensamientos de Marti:
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- Lo grande da alegría, lo pequeño aflige-
-La discreción es la forma suprema de la inteligencia-
-Los egoístas son las rémoras del mundo-
-Si es noble decir la verdad, lo noble es decirla toda-
La sección de pensamientos la terminas con uno lapidario y estremecedor:
-Para disponerse a morir, es necesario antes oír la voz de una mujer-
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Tu despedida es contundente. Sobre tu firma compuesta de cuatro letras, descansa uno de los más sencillos pero intensos párrafos que yo te he leído. Me dices:
Voy concluyendo mi vida y solo te pido:
Recuérdame un poco cuando sea posible. Debes saber que yo te quiero tal como eres. Soy un producto de muchos errores y pocos aciertos, así soy sin dudas. Nunca he sido desleal contigo. Muchas cosas más no digo pues no puedo. Quizás las mejores cosas las digo cuando callo.
Un abrazo muy grande para ti.
Pepe.
Coño Socio, esta carta y tu ausencia me dejan con el corazón ajado. Siento un ahogo en el pecho, un vacío, solo comparable el que sentí cuando murieron Miguel y Carmita. Y es, porque te he querido como se quiere de veras, sin trabas, sin tremola, limpio y puro, como eres, como fuiste. Hoy veo mucho mas claro el porqué aquel niño que fui, te escogió como su primo preferido. Esta carta y más de medio siglo de experiencias vividas me reafirman aquella decisión.
Viviré con la amargura de no haber estado para darte un último y prolongado abrazo, pero también con el regocijo y la satisfacción de haberte expresado mi admiración y mi cariño, muchas veces.
Esta carta llegara algún día, y de algún modo, a tu casa en Amarillas. Quiero creer que alguien te la leerá, aunque sea sentado al borde de tu tumba.
Y cualquier mañana de estas, por algún potrero que quede en la finca de los Grillos, sobre lo que es hoy el cementerio de nuestra niñez y nuestros viejos anhelos, dos figuras avanzarán hacia el río, charlando de esas cosas sublimes que siempre charlábamos, observando la naturaleza que nos rodea, reirán y la calida brisa que brota de la manigua ondeara las desabrochadas camisas al viento.
Porque probado esta, que tu cariño y el mío sobrevivirán más allá de tiempo y la distancia. No te extrañe si detengo mi andar, si aspiro el olor húmedo a rocío y a potrero y con la voz firme, pausada te digo: - Lázaro José Grillo Álvarez, mí querido primo Pepe, gracia por existir. Te voy a querer siempre y mucho.
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Voy a ver si puedo.
ReplyDeleteNo, no lo merecen ser añadidas a las tuyas mis palabras.