Wednesday, March 15, 2017

Beisbol y bochorno.

En estos días he estado escuchando un gran número de opiniones sobre la razón del pobre desempeño de la selección que representó a Cuba en el Clásico Mundial de Beisbol. Unos alegan que el bajo rendimiento se debe a que estos atletas nacieron y crecieron durante el “periodo especial” y de una manera u otra sufrieron algún tipo de desnutrición que a la larga afecta el crecimiento y el rendimiento físico. Otros indican que la pérdida del subsidio soviético, afectó enormemente los programas de desarrollo deportivos en la Isla. Otros dicen que, la selección no la integran los mejores, algunos destacados atletas no son incluidos en ella porque no son confiables al gobierno.
Yo personalmente no sigo la pelota cubana, estoy tan desconectado que no conozco ni el nombre de los jugadores. No soy quien para opinar, solo escucho y analizo. Creo que todos los factores anteriormente expresados tienen validez, pero existe uno que es el principal y el de más peso y no se utiliza ni se tiene en cuenta. Se trata de la calidad de los rivales. Durante décadas, la selección cubana compitió contra equipos amateurs, por ejemplo los equipos de Estados Unidos que se enfrentaba a Cuba eran integrados por estudiantes universitarios, jovencitos de veinte años que si bien jugaban buen beisbol no podían competir con una selección de jugadores experimentados como los cubanos. Recuerdo una ocasión que la selección estadounidense fue entrenada y seleccionada por Tom Lasorda, el emblemático entrenador de Grandes Ligas y lograron derrotar a Cuba. Aquellas hazañas de la selección cubana, escritas con oro en las páginas del deporte, que hacia vibrar la fanaticada y eran a su vez utilizadas como propaganda por el gobierno, resulta que eran contra rivales de bajo nivel.
Ahora resulta que tras la derrota de la selección cubana 14-0 ante Holanda, Gramma el Órgano Oficial del Partido Costumbrista de Cuba (si, escribí costumbrista) se aparece con un titular que reza: “A la pelota le está prohibido perder bochornosamente.” O sea, perder sí, pero ganar bochornosamente como hemos visto que estuvieron haciendo por décadas no. !No me digan!