Thursday, December 21, 2017

El hierro.


Quizás haya sido la proximidad y la carga emotiva y de añoranza con la que suele venir acompañada la época navideña. Esta mañana abrí la gaveta del recuerdo y en ella encontré un documento que mi hermana Marta me había entregado hace unos meses. Es parte del tesoro familiar, es parte del mapa histórico de nuestra familia.  Es el certificado de registro del hierro para marcar ganado de mi padre José Miguel Grillo. El documento renovado el 28 de junio de 1957 con sus correspondientes sellos demuestra la excelente organización que tenia la ganadería cubana antes de 1959. Muestra el dibujo del hierro con la M y el #7 (la séptima letra del abecedario es la G) y las regulaciones y instrucciones de donde colocarlo.
 
No éramos ese país en arrapos que durante 58 años han intentado hacerle creer a las nuevas generaciones los que precisamente han dejado a la nación en arrapos. Mi padre no era latifundista, no era multimillonario. Era un guajiro que nació en una casita de piso de tierra y techo de guano y que logró con arduo y honesto trabajo, entre otras cosas, que sus hijos nacieran en una casa de piso de mosaico y techo de tejas. Voy a enmarcarlo y ponerlo junto a las demás tesoros  que me recuerdan de quien y de donde provengo.  Es un pequeño tributo a los que de una certera manera me recuerdan de donde provengo y hacia dónde debo dirigirme. 
 

Tuesday, November 28, 2017

La visita.

Una semana nos tuvieron acicalando la escuela. Los varones con guatacas eliminamos las malas yerbas del área de los jardines y pintamos las descascaradas paredes de la fachada. Las niñas baldearon aulas, baños, pasillos, adornaron las pizarras y los cestos de basura. Como por arte de magia aparecieron un centenar de frondosas arecas que fueron colocadas estratégicamente por toda la escuela aparentando una jungla verde en macetas blancas. Los alumnos de sexto grado confeccionaron cientos de metros de una suerte de longaniza de banderitas que se colgaron en los techos de los pasillos y un inmenso cartel dándole la bienvenida. A mi amigo Cosme Pedro Manrique y a mí, nos tocó pintar con un caldo blanco llamado lechada o cal un buen tramo de los contenes de la calle principal, calle Real le llamábamos, desde la entrada del pueblo hasta la esquina de la tienda grande. Cada aula, cada grado, tuvo que aprenderse de memoria un lema revolucionario y triunfalista que sería recitado a coro a la entrada del visitante al aula. La escuela José Abrines del central Mercedes (6 de Agosto) no parecía nuestra demacrada escuela. A los más revoltosos nos leyeron la cartilla, algo así como un pre-aviso sobre cómo debíamos comportarnos... y llegó el día.
Una caravana de jeeps rusos y dos autos americanos marca Oldsmobil se detuvieron aquella mañana de 1964 frente a la escuela. La numerosa comitiva incluía un grupo de hombres vestidos de verde olivo armados y una docena de ejecutivos vestidos de traje. Sin prestar atención a los regaños de la maestra la curiosidad nos hacia espiar por las persianas. Entraban en un aula y rápidamente salían. Así fueron haciendo el recorrido hasta llegar a la nuestra. Cuando atravesaron el umbral de la puerta todos los alumnos de tercer grado seguimos al pie de la letra las instrucciones que por semanas nos habían machacado. Nos pusimos de pie sin hacer ruido con las sillas y recitamos aquella arenga revolucionaria. Yo me sentaba en primera fila, cerca de la puerta, así que lo tuve delante de mí, a corta distancia. Era un hombre blanco de mediana estatura, vestido de traje y lentes de plástico negro. Su piel se me antojó blanca como la leche. El visitante recorrió con la vista el aula, profirió un seco - pueden sentarse - y se marchó.
Este pasado domingo 26 de noviembre en horas de la tarde volvió a marcharse. Esta vez de forma definitive. Solo Dios o el diablo saben el destino final. “Muere Armando Hart Dávalos”, leí en internet y recordé aquel día en mi aula de tercer grado. Luego lo vi amortajado, alguien le colocó los lentes de plastico negro, aparentemente el camino hacia el infierno no está bien iluminado. Eso sí, su ataúd, al igual que la vida que vivió pegado al poder no se parece en nada a la de los cubanos de a pie. Noviembre parece encaprichado en traer cambios a Cuba.   


Saturday, November 25, 2017

La guerra de Angola. ¡Gracias Fidel!


Cadáveres de soldados llegando a La Habana.

La cifra exacta no se conoce. Algunas fuentes del gobierno castrista la sitúan en 2,650. Pero conociendo su naturaleza manipuladora y su falta de transparencia en las informaciones, se estima que es mucho más alta. Se habla de una cifra por encima de cuatro mil. Me refiero a la cantidad de jóvenes soldados cubanos que perdieron la vida durante la guerra de Angola.

Dato curioso.

 Cuba con 9 millones de habitantes perdió 2,650 soldados en la guerra de Angola y Estados Unidos con 200 millones de habitantes perdió 58 mil soldados en la guerra de Vietnam. La caprichosa e irresponsable forma de Fidel Castro de alimentar su ego y de pagar la ayuda recibida de la Unión Soviética hacen que la pequeña nación caribeña perdiese más hombres porcentualmente (soldados/habitantes) en Angola, que los Estados Unidos en Vietnam. Cuba 294.44 soldados por cada millón de habitantes. Estados Unidos 290 soldados por cada millón de habitantes.

A un año de su muerte este escalofriante detalle es uno más de “agradecerle” en la larga lista de barbaridades cometidas por el dueño absoluto, por más de medio siglo, del poder en Cuba. ¡Gracias Fidel!

Wednesday, November 22, 2017

Los choferes de mi pueblo.


"Aucencias" Obra de Cesar Beltran
El primero de enero de 1959 triunfó la revolución cubana liderada por Fidel Castro. En esa fecha en el pueblo de mi infancia el central Mercedes, (6 de Agosto) localizado en la llanura de Colón Matanzas, existían un grupo de choferes particulares, boteros solía llamárseles, que brindaban con sus autos un excelente servicio de transporte. Pueblos cercanos, Manguito, Amarilla, Calimete, Guareiras, Colón, estaban en sus rutas. Algunos hacían viajes largos hasta la capital o ciudades de otras provincias. Solían aparcar sus autos a un costado del parque y en una organizada línea esperaban completar un viaje mientras hablaban de beisbol o de política bajo la sombra de los frondosos Jagüeyes. No eran millonarios, no eran explotadores, eran solamente laboriosos y emprendedores cubanos. Con la ayuda de algunos amigos he logrado confeccionar una lista con sus nombres. Quiero aclarar que Mercedes era un pueblo pequeño, un central azucarero.

Esta es la lista.

Julio Mejía, José Vega (Veguita), Rafael Morales, Norberto Morales, Nenito Morales, Mesa, Juan Valladares, Gerardo Zulueta (Nicutín), Nicolás Carrillo (El Americano), Francisco Cairó (Pancho) y Marcelino Rodríguez.

La lista contiene once nombres. Puede que se me escape alguno. 
 

Como medida de control total, en los planes del incipiente dictador estaba destruir la empresa privada. Exhortando las más bajas pasiones como el odio y la envidia, el plan de implantar el verdadero bloqueo interno le tomaría pocos años. 

“Pero conocemos todos esos negocios, y deseamos expresar que en un futuro las actividades privadas industriales de cualquier tipo y las actividades comerciales de cualquier tipo serán prohibidas por las leyes revolucionarias” (APLAUSOS).  (Discurso pronunciado en Santiago de Cuba, el 26 de julio de 1967)

En 1968 se realizó la llamada “ofensiva revolucionaria”, que barrió con todas las pequeñas empresas privadas, y no perdonó ni la más mínima expresión de trabajo por cuenta propia. En el curso de esa ofensiva, desaparecieron los vendedores de granizados, helados, maní, hasta los limpia botas y por supuesto los choferes de alquiler particulares. En ese intento por llevar la estatización a todos los niveles de la vida económica, dejaba de existir en Cuba, como anunciara previamente, “todo vestigio de propiedad privada sobre los medios de producción”. Fidel Castro le imponía a los cubanos un sistema totalitario de corte estalinista, en el que tenían fuerte peso las ideas trotskistas, las doctrinas de Mao, el caudillismo latinoamericano y su propia personalidad.

Hay que admitir que sin medidas como estas y las que implementó para controlar absolutamente todos los medios de prensa no le hubiese sido posible perpetuarse en el poder hasta su muerte. Las graves consecuencias que estas medidas han tenido en la vida de la nación cubana y en su pueblo están a la vista en los más elementales renglones de la economía.  

Lamentable es señalar que hoy, los residentes del central Mercedes (6 de Agosto) solo tienen a su disposición como medio de transporte coches tirados por caballos que hacen un lento recorrido del central hasta el crucero de la carretera Colón – Manguito. De ahí en adelante están a merced de la caridad humana. Mercedes es solo un pequeño ejemplo de una constante a lo largo y ancho de la Isla.

Sirva la lista de desaparecidos choferes de alquiler de mi pueblo como pequeño ejemplo y denuncia de la inmensa destrucción que el sistema castrista le ha infligido a la nación cubana. Problemas habían. ¿Dónde no?. Pero Cuba no era el horror ni el desastre que han intentado hacernos creer los que verdaderamente has traído el horror y el desastre a un país prospero. Basta con observar las ruinas para imaginarnos un pasado promisorio. Amigos que van de visita y otros que me leen desde la Isla podrán corroborar, los últimos aunque sea en silencio, esta triste y lamentable realidad.

Monday, November 20, 2017

Mito y realidad.


El próximo 25 de noviembre se cumplirá un año de la muerte de Fidel Castro. A los cubanos de la Isla les esperan nueve días de homenaje impuesto, donde se exaltarán los sentimientos y se inflará aún más la figura del dictador. Los medios de prensa cubanos, en manos del Estado, se han dedicado durante 58 años a exaltar su figura en una suerte de enfermizo culto a la personalidad. Pero los mitos, mitos son y no resisten el escrutinio ni la realidad de la historia.
En estos días previos al primer aniversario he leído en un blog oficialista, en referencia al difunto, la siguiente aseveración, "su estilo de encontrarse siempre en la primera línea de cualquier combate.."
¿En cuál combate estuvo Fidel Castro en primera línea? ¡Díganme uno solo por favor! 

Veamos.
Asalto al cuartel Moncada.


A pesar haber planeado hasta el más mínimo detalle, a pesar de conocer la ciudad de Santiago de Cuba perfectamente, su auto misteriosamente se extravió en el trayecto y llego tarde, prácticamente no participó en el asalto. 
Cuartel Moncada 26 de Julio 1953

Sierra Maestra.
Pasó los dos años (2 de diciembre 1956 - 1 de enero 1959) de la lucha armada en la seguridad del campamento de La Plata, lejos de cualquier línea de fuego o combate.
Campamento La Plata 1958

Playa Girón.

Estableció su oficina lejos de la zona de conflicto, en el central Australia. Tal es la manipulación que lo han llegado a señalar como el autor del hundimiento del barco Houston, cuando en realidad llegó a la playa cuando todo había terminado y desde un tanque, en un alardoso teatro le disparó al barco ya inutilizado y semihundido. 
Central Australia 1961
Puedo elaborar una larga lista de ejemplos, pero no es necesario. Puedo incluso elaborar una larga lista de nombres de hombres que si se jugaron el todo por el todo en el frente de batalla. Hombres que con su valentía, incluso con su vida, le fabricaron una revolución para que él la disfrutara desde la altura del poder absoluto. Se le puede dar crédito por traiciones, imposiciones, por la dolorosa separación de las familias cubanas, por llevar a la nación al borde de un holocausto nuclear y a la ruina económica. Incluso por ordenar a otros apretar el gatillo. ¿Pero por estar en primera línea de cualquier combate? No señores, por eso no. Los cubanos estamos saturados de mentiras y de mitos. Este es sin lugar a dudas el caso más notorio. Pasarán los años y poco a poco se desmitificará la hipervalorada figura de quién fuera en vida un tirano ególatra y un comandante araña. Y si, la historia finalmente lo condenará. 

Monday, October 23, 2017

NO HAY PEOR SORDO, QUE EL QUE NO PUEDE OIR.


En las relaciones, no hay peor sordo que el que no puede oír.
 

Todos, absolutamente todos los intentos por parte de presidentes norteamericanos de restablecer relaciones diplomáticas con el gobierno de los hermanos Castro han terminado en rotundos fracasos. A pesar de condenar reiteradamente el embargo y exigir su fín, no es necesario ser un politólogo, un sencillo análisis usando el sentido común hace que lleguemos a la conclusión de que ha sido y es precisamente el gobierno castrista el principal impedimento para unas relaciones normales entre ambos países. Si algo tuvo siempre muy claro Fidel Castro fue que el peligro de una relación amigable era mayor al beneficio que esta pudiera brindar. Un enemigo externo le proveía el aislamiento y la excusa perfecta para machacar aún más al pueblo cubano.  

 

Analicemos la historia.


Tres presidentes norteamericanos (demócratas todos) han realizado serios intentos para restablecer dichas relaciones.

 
Primer intento.


Lo realizó James Carter. Un hombre noble, serio y pacífico, que envió varios emisarios a entrevistarse con Fidel Castro con ese fin. Después de largas negociaciones, se logró abrir Secciones de Intereses en ambas capitales. Un gran paso sin lugar a dudas, ya que hasta entonces los trámites diplomáticos se realizaban, engorrosa y exclusivamente a través de la embajada suiza. En 1978 comenzaron los vuelos de la comunidad y los cubanos pudieron visitar a sus familiares en la Isla, algo que tenían prohibido desde el triunfo de la revolución. Todo marchaba bien, hasta que un incidente en la embajada del Perú, que no tenía correlacion alguna con los Estrados Unidos, fue aprovechado por Fidel Castro para crear la mayor crisis migratoria de la historia entre Cuba y Estados Unidos.

 
Conocido como el Éxodo del Mariel, por el nombre del puerto donde se originó, más de 120,000 refugiados cubanos arribaron a las costas de la Florida en un período de tres meses en el año 1980. Entre ellos, enfermos mentales y connotados criminales sacados de las cárceles por el gobierno castrista y puestos en las cubiertas de los barcos con destino a Estados Unidos. Este incidente puso fín al acercamiento y a la búsqueda de un acuerdo y terminó costándole la reelección a la presidencia a James Carter.

 

Segundo intento.


Esta vez, bajo la presidencia de Bill Clinton, en el cual es conocida, entre otras, la mediación del ganador del Premio Nobel de Literatura y amigo personal de Fidel, el colombiano Gabriel García Márquez. Este intento tuvo también un final abrupto. Tras una repentina protesta callejera antigubernamental acontecida en La Habana en el verano de 1994 y conocida como “El Maleconazo.” Mostrando una falta total de respeto por la seguridad de los ciudadanos, Fidel Castro declara que, “todo el que se quiera ir, que se vaya” obsequiándole a Bill Clinton la segunda crisis migratoria conocida como la Crisis de los Balseros. Fue necesario habilitar la base Naval de Guantánamo para recibir y procesar a miles de cubanos que se lanzaron al mar, huyendo del paraíso castrista, aferrados a cualquier objeto flotante. La cifra de desaparecidos aún es inexacta. Este evento aumento las tensiones entre ambos gobiernos y Bill Clinton se vio obligado a cambiar su política. Dos años más tarde, el gobierno castrista derriba dos avionetas civiles del grupo Hermanos al Rescate en aguas internacionales, poniéndole fin definitivo a cualquier acercamiento.
 

Tercer intento.


Y llegó el tercer y último intento de la mano de Barack Obama. Con un Fidel Castro prácticamente cadáver, Obama el "gran pacificador" una suerte de biberón internacionalista, artífice de los peores y más desventajosos acuerdos jamás firmados por un presidente estadounidense y un Raúl Castro apresurado por lavar la enlodada cara de la dictadura heredada.


Las negociaciones se realizaron en extremo secreto, fueron largas y tortuosas. Hoy se conoce que comenzaron inmediatamente después que Barak Obama asumiera su cargo en el 2008. Dos años después, en agosto del 2010, sufren un peligroso revés al afirmar el enfermo dictador Fidel Castro (alejado del cargo pero no del poder) categóricamente que los cuatro espías cubanos encarcelados en Estados Unidos regresarían a Cuba antes de fin de año. Está claro que Fidel manejaba información sobre el progreso de las relaciones y se oponía a ellas desde un principio. Finalmente, cuatro años después de la aseveración del anciano dictador, el 17 de diciembre del 2014, Raúl Castro y Barack Obama declaran el reestablecimiento de las relaciones, un intercambio de prisioneros, que incluye los cuatro cubanos detenidos en Estados Unidos por espionaje, la apertura de embajadas en ambas capitales y algo insólito, la visita de Obama a La Habana, algo que no sucedía desde hacía 88 años.
 




Y llegó Obama a La Habana, el 20 de marzo del 2016. Los cubanos de a pie, habilidosos y astutos, sintieron una simpatía inmediata por el comportamiento fácil, desenfadado, libre del presidente estadounidense, quien tuvo incluso la osadía de participar en el programa humorístico de mayor “rating” de la televisión cubana, Vivir del Cuento. Ver a Obama jugar domino con Pánfilo fue algo novedoso para un pueblo acostumbrado a la rigurosidad y hosquedad de sus dirigentes. Por si lo anterior fuese poco, Obama pronunció en presencia de Raúl Castro un discurso pacífico y reconciliador, desde la perspectiva de una mentalidad de libertad y democracia, pero subversivo e incendiario desde la perspectiva de un régimen totalitario como el castrista. Obama fue a casa del trompo… y bailó.  

 



Ahí comenzó el problema. A Fidel Castro le dio un "yeyo" político que provocó la publicación ocho días después, el 28 de marzo, de una reflexión de su puño y letra bajo el título "El Hermano Obama" donde en vez de mirar al futuro promisorio de buenas relaciones, como recomendó Obama, se fijaba una y otra vez en el pasado y en los acontecimientos que dividen ambas naciones. Señalaba el enorme peligro y demostraba el gran temor que una relación amistosa con el vecino del norte le provocaba. Su eterno complejo de inferioridad, soberbia y prepotencia queda bordado con la siguiente frase, “no necesitamos que el imperio nos regale nada". Si esto fue lo publicado, solo podemos imaginar lo que le dijo a su hermano Raúl en privado. Un verdadero frenazo a los entusiastas de la reconciliación. El Órgano Oficial del Partido Comunista Cubano, el periódico Granma, no se quedó atrás, llegando a llamar al pacificador presidente norteamericano, "negro" en un artículo digno de un sainete solariego.

 


Podemos extendernos más, podemos hacer un análisis más profundo, pero no es necesario. Las pruebas están ahí, olvidadas convenientemente por algunos, pero recogidas por la historia. No se hizo esperar una campaña mediática por parte de los medios de prensa estatales y blogs oficialistas, con el tema, "cuidado, lo que no lograron por la fuerza lo intentarán ahora por las buenas."

 
Y entonces surge una nueva crisis. Más de una veintena de funcionarios estadounidenses laborando en las instalaciones de la Embajada norteamericana en La Habana comienzan a ser víctimas de una pérdida de audición. El caso es investigado, las víctimas son atendidas y se corrobora que en efecto algo está pasando. El gobierno norteamericano opta por tomar medidas preventivas hasta que se aclare el incidente. El gobierno de Raúl dice ser inocente y comienza una campaña de descredito a las aseveraciones del gobierno norteamericano.      

 
El periodista uruguayo Fernando Ravsberg, radicado y soportado milagrosamente por el gobierno en La Habana, conocedor de los oscuros laberintos del castrismo y de la historia aquí contada, no investigó, no entrevistó a nadie. Sin embargo en un arranque de trincherismo solidario se inventó la palabra "Maine Acústico" acusando, en más de seis artículos publicados en su blog al gobierno norteamericano de utilizar el caso del padecimiento auditivo que ha estado presentando el personal de la Embajada americana en La Habana como una excusa para romper relaciones. Como si poner a más de una veintena de diplomáticos norteamericanos de acuerdo para respaldar una mentira fuese fácil. Como si en dos ocasiones anteriores no fuesen los Castro los que pusieron oídos sordos a la reanudacion de relaciones.

 
En las últimas semanas, la CIA, terceros países y hasta los exiliados de Miami han sido acusados de perpetrar el ataque. Todos sospechosos, todos culpables, menos el gobierno que en todas las ocasiones anteriores ha saboteado las mismas.

 
¡Por favor! ¿No les parece a ustedes esto extraño? La realidad es que en los últimos días, las relaciones se enfrían y los ánimos se caldean. El personal en ambas embajadas ha sido reducido al mínimo. El gobierno de Raúl grita su inocencia y los americanos verdaderamente parecen estar sordos.
 

Nada que al mejor estilo de Julio Iglesias, la vida sigue igual.

Thursday, October 19, 2017

Los peligros de la tecnología.

Fernando me abre la puerta y una nube de aire gélido me empaña los lentes. Viste un jersey cuello de tortuga, pantalón y abrigo largo de lana y una bufanda que apenas le permite emitir palabras.   

− ¿Que pasa aquí Fernando? –pregunto asombrado−

−Nada, que a este jodido viejo le ha dado por decir que tiene calor. Cosas de la mente, Nilda no quiere contrariarlo y desde esta mañana vivimos en el puto Polo Norte. –Fernando se refiere a su suegro, Faustino, un anciano octogenario que sentado en un sofá con una ligera pijama, rojo como un pimiento, suda a choros y tiembla como un majarete.

− ¿Oye, no tendrá fiebre? –le pregunto con preocupación.−

− Mari Tere pasó por aquí y nos dijo que le quitáramos la ropa y lo refrescáramos. Además le hemos puesto el termómetro treinta veces y tiene la temperatura perfecta, 98.6 −

− ¿No estará malo el aparato?

− No jodas Miguel, el segundo que compramos y de última tecnología.

Me acerco y pongo la palma de la mano sobre la frente de Faustino. El viejo balbucea algo que en primera instancia creo que es referente a Fernando, “minuero” creo que dice.  Pero no, casi inaudible sin fuerzas me dice.

− Me muero.

− Tranquilo abuelito. Le digo al tembloroso anciano.

−A ver Fernando tráeme ese termómetro. –

Y se lo coloco debajo de la reseca lengua. Solo unos segundos el termómetro marca 105 grados Fahrenheit, el equivalente a más de 41 grados Celsius.

−Le tiene que haber subido ahora porque toda la mañana a tenido 98.6 y eso no son ni 37.

−Mira, llama al rescate y que lleven a Faustino a emergencias que esto no luce bien.

Así lo hacen. Estando en casa recibo la llamada de Fernando.

−Grillo, el viejo tiene neumonía doble. Por poco se jode.

− ¡Que se mejore pronto! Le respondo mientras paso de una yema del dedo a otra la cobertura de plástico transparente con los números 98.6f que cubría la pantallita del termómetro y que retire antes de introducírselo a Faustino en la boca.
 

Monday, August 14, 2017

GUAJIROLANDIA (Circa1959)

Guajirolandia Circa 1959
 
En mayo de 1959 Roberto Álvarez montó su auto en el ferry en Key West y desembarcó en La Habana. Residente en Philadelphia desde la década del cuarenta, Roberto intuía que aquel sería el último de una serie de viajes que realizaba a Cuba todos los años. En el central Mercedes visitó la finca Esperanza y Sumidero propiedad de sus parientes, los hermanos Grillo y tomó esta foto histórica. La foto está tomada frente a la casa de mi tío Pipe Grillo, enclavada en el mismo centro de la finca, en lo que solíamos llamarle, “el bajío.” En ella aparezco con solamente dos años de edad, rodeado de un grupo de personas muy queridas que formaron parte de mi infancia.



Miguel Grillo Morales.

Tengo que empezar por agradecerle a mi primo Vicente Grillo habérmela hecho llegar de la mano de su nieto Alejandro Rodríguez Grillo. También un agradecimiento póstumo a Roberto, quien falleciera hace unos años en la ciudad de Orlando, por inmortalizar el recuerdo con esta instantánea.
La intuición de Roberto desafortunadamente se hizo realidad.  Desde hace muchos años no se puede llegar a La Habana con un auto en un ferry. Pero lo que es peor, hoy es difícil llegar en auto a lo que queda del central Mercedes y ya no se puede llegar ni a pie a donde esta foto fue tomada.
En la foto aparecen de izquierda a derecha.
1- Vicente Grillo
2- Andrés Álvarez
3-Margot Hernández
4- Olga Hernández
5- Miguel Grillo Morales
6- Fina Angel
7- Digna Álvarez
8- Julia Hernández
9-Julita Herrera
10- Carmen Morales
11- Oralia Hernández
12-Zenaida Herrera
13- Pepe Grillo

Tuesday, August 1, 2017

Sin prisa, pero sin pausas.



Para mis hermanos cubanos. Los de aquí, pero especialmente los de allá. Esos que se entusiasman, los que a pesar de haber visto y sufrido durante cincuenta y nueve años la misma política de un pasito adelante y dos atrás, aún esperan un milagro. Les hago una simple pregunta. ¿Como confiar es un Estado que considera la riqueza su principal enemigo? "No permitiremos la acumulación de riqueza." Y se los dice un tipo rollizo, a punto de reventar las costuras de la guayabera por acumulación de proteína, colesterol y abundante fibra. Con una vasta colección de relojes incluyendo costosos Rolex. 

"Trabajamos por un socialismo sostenible" dice el mismísimo Raúl  Castro, escudriñando a los presentes, observándolos mejor, a través de lentes cuya armadura cuesta lo que un cubano de a pie no ganará en seis años de trabajo y sujetando los papeles con lánguidas, suaves y cuidadas manos que no saben ni sabrán jamás lo que es un día de trabajo, papeles que le indican que el país se hunde en impagables deudas. Y de vez en cuando repite, "sin prisa, pero sin pausas."

¡Ay hermanos míos! ¿Cómo decirles, cómo explicarles que el interés principal de esos y todos los políticos es mantener el poder? Al menos aquí, tenemos la oportunidad de sacarlos de su puesto cada cuatro años y el derecho diario al pataleo. Créanme que no los culpo, la mayoría de ustedes heredaron un sistema donde para ser dueños absolutos de sus destinos les ofrece solo un par de opciones. Lo dijo el irrepetible maestro Reynaldo Miravalles en su última actuación en el corto metraje La Casa Vacía, "aquí hay dos opciones: resignarse o irse pal carajo." Y que pena, que pena de un gobierno, de una sociedad donde un sistema le ofrezca solo esas alternativas a sus ciudadanos. Mi intención no es convencerles, no aspiro a que me crean, solo a que escuchen, a que analicen por ustedes mismos y a que discrepen de mi. ¿Como puedo yo aspirar a competir con más de medio siglo de adoctrinamiento constante? Prensa escrita, radial, televisada machacándoles noche y día las bondades de un sistema intolerante con los que pensamos diferente y anunciándoles por más de medio siglo, el agotamiento, el fin del capitalismo. Ah pero no son capaces de informarles quien sucederá a Raúl como presidente el próximo año, ni que sucederá si el gobierno de Maduro se va a bolina. 
Amigos míos, no hay mucho que explicar. Si algo funciona bien, en materia de servicios y calidad en Cuba, son los negocios por cuenta propia. El gobierno
 acaba de informar a través de La Gaceta Oficial, la suspensión de licencias, para ejercer legalmente una larga lista de estos oficios. No importa la gran cantidad de divisas que aportaban a las arcas del Estado por impuestos y licencias. No importa la excelente calidad de sus servicios y la cantidad de empleos que generan. La ecuación es simple. Quieren a sus ciudadanos en la pobreza. Es la fórmula perfecta para mantenerlos sometidos y gobernables. 

Hace treinta y nueve años, estando de visita en Cuba, una querida amiga de la infancia, muy entusiasmada me dijo, -Migue, lo acaba de decir Raúl en un discurso, "ya está bien que la soga se quiebre por el lado más fino." Me lo dijo con toda la esperanza, con toda la convicción que un ser humano puede albergar. Treinta y nueve años después ella sigue allí. Una foto no mide el entusiasmo, aunque puede mostrar la pesadumbres de una mirada, la desilusión de un ser humano, la desidia de un entorno, la sonrisa ausente de cuidado bucal, o el conformismo ante lo inalcanzable. 

Mi querida amiga, lamento informarte, a ti y a los demás, que la soga, tú soga, se sigue y seguirá quebrando por el lado más fino. Y eso, cubanos de aquí y de allá, no es ni patriotismo ni soberanía. Eso, simple y desafortunadamente es miseria. Miseria interminable, impuesta sin prisa, pero sin pausa. 

¡Ay Cuba, sufrir es tú destino! 

Wednesday, June 28, 2017

Muerte en el Palmetto.


El encuentro.

Son las doce del medio día. Conduzco  mi auto por el Palmetto Expressway. Voy camino a una reunión de negocios. A la altura de la calle treinta y seis del noroeste el tráfico se detiene y comienza a avanzar en tramos de diez metros. La senda por la que manejo parece moverse a mayor velocidad y le doy alcance a un flamante Maserati Quattroporte negro, al volante una atractiva rubia. Conducimos nuestros autos, uno al lado del otro, por unos minutos nuestros destinos se unen rumbo sur. Yo freno y ella frena, yo acelero y ella acelera. La observo con detenimiento, su cabellera rubia y bien peinada le cae como una cascada sobre los hombros haciendo un divino contraste con la chaqueta azul oscuro. Sus manos, cuidadas se posan en el volante dejando ver en sus dedos y en las muñecas algunas finas alhajas. Volvemos a detenernos, puerta con puerta. Bajo el cristal de la puerta del pasajero, ella se percata y gira lentamente la cabeza y me mira, sonrío levemente y me devuelve la sonrisa, con una señal de la mano la invito a que baje el cristal de su ventanilla, se demora unos segundos pero lo hace. Y comienza el dialogo.

El dialogo.

− ¡Que trafico! – le digo en ingles del bueno.

− Si, terrible. –me contesta en ingles del mejor.

− ¡Hermoso tu auto!

− Muchas  gracias. 

− ¿Cómo te llamas? –le pregunto con voz engolada.

−Cristina. –me responde, levantándose los lentes de sol a la altura de la frente y asomado dos ojos verdes como dos esmeraldas.

La muerte.
Cristina, Cristina, Cristina, Cristina. –repito en voz baja, y en ese mismo momento siento un fuerte dolor en el costado izquierdo del pecho, como si me desgarraran las costillas. Es un infarto, pienso inmediatamente. Y sucederme ahora, en éste preciso momento, manejando en este horrendo tráfico.  Miro hacia  mi derecha y la rubia me contempla con cara de preocupación, casi de espanto. Intento conducir el auto hacia la senda de emergencia, todo comienza a ponerse oscuro, pierdo la visión por unos instantes. Veo escenas de mi vida, en forma de película blanco y negro. Es el fin, es la muerte. Me rodea solo una agobiante  penumbra. No veo la mencionada luz al final del túnel, solo unas aspas dando vueltas sobre mi cabeza. Imagino que es el helicóptero de la Unidad de Rescate. Es posible que me salven. Vuelvo a sentir el agudo dolor el costado izquierdo, tan fuerte que me corta la respiración. Oigo una voz lejana y veo una sombra que se mueve a mi lado. Presto atención a lo que dice, − ¿Quién, quién?− creo escuchar que me preguntan − ¿Quién?− Supongo que son las preguntas de los socorristas o las del Juicio Final. Y de nuevo regresa el dolor profundo, lacerante, me crujen las costillas. Logro abrir un poco los ojos y… despierto. Las aspas dando vueltas son las de un ventilador de techo. El dolor es el codo de Rebeca clavándoseme en mi costado y la voz es la suya, que me pregunta, − ¿Quién? ¿Quién es Cristina Miguelito, quién es Cristina?− Has repetido su nombre varias veces.
No son las doce del mediodía, ni conduzco mi auto por el Palmetto. Son las cuatro y media de la mañana. Estoy en perfecto estado de salud, en mi cuarto, incorporado en mi cama y a mi lado Rebeca inquisidora repite, − ¿Quien es Cristina? Y yo le contesto, –Cristina es una negra vieja del central Mercedes, con la que acabo de tener una terrible pesadilla. Y me recuesto a mi almohada para pensar en Cristina, la negra vieja, porque los buenos sueños hay que afianzarlos mentalmente.    

Tuesday, June 27, 2017

Diálogo con Caín.


Durante los preparativos para filmar La Ciudad Perdida, “The Lost City” el actor cubanoamericano Andy García, visitó a Guillermo Cabrera Infante en su apartamento en Londres. El escritor cubano exiliado había escrito el guión para la película y era necesario coordinar y ajustar algunos diálogos. Conversar con Cabrera Infante, cuenta Andy, era una exquisitez. Los encuentros se convertían en interesantes charlas, Andy escuchaba atento a su interlocutor, éste contaba anécdotas mientras disfrutaba del aroma de un excelente puro. El apartamento estaba lleno de estantes y estos llenos de libros.   

 
Diálogo con Caín.
− ¿Maestro, usted ha leído todos esos libros? − preguntó Andy una tarde con curiosidad.
Guillermo, hizo una pausa, tomó una larga bocanada de humo de su habano, la fue dejando escapar lentamente hasta formar una inmensa nube sobre sus cabezas y contestó.   
− Si todos, aunque algunos los he leído solamente una vez.   


Sunday, May 28, 2017

Cuba, sufrir es tu destino.


En su reciente mensaje de felicitación a los trabajadores del ICRT, Raúl el último hijo de Lina dijo: "las armas de dominación informativa y cultural de nuestros enemigos son cada vez más sofisticadas" Yo tengo un par de preguntas y tengo un par de comparaciones, para que la analicen los que me leen aquí afuera y dentro de la Isla. ¿Y las armas de desinformación que tú y tu difunto hermano han impuesto sobre el pueblo cubano durante 59 años? Ustedes han contado y cuentan el cuento a su manera, sin un medio informativo dentro de la Isla que los cuestionara.

Que en mi pueblo, (pequeño ejemplo) el central Mercedes (6 de Agosto) sea una ruina, que los que allí viven hoy necesiten un coche de caballos como en el siglo XIX para llegar al pueblo más cercano, no es culpa de un enemigo externo, es culpa de un sistema fracasado e inoperante impuesto precisamente por la fuerza y la desinformación. Claro Raúl que tú como tu hermano le temes a la información. Las nuevas tecnologías, Internet, Facebook, Instagram, acabaron con la impunidad que ustedes disfrutaron durante tantos años. Hoy, gracias a la tecnología, en un parque del pueblo de Colón, en La Habana, o en una oficina del ICRT, este sencillo escrito lo leerán cientos de personas. Algunas no estarán de acuerdo con él, tampoco comentarán, y eso precisamente prueba mi punto.

Ya realicé la pregunta, ahora voy a la comparación. Bajo la dictadura de Francisco Franco el pueblo español fue informado, al menos en cuatro boletines diarios de la agonía y muerte de su lider. Los cubanos todavía no saben cómo murió Fidel. Nadie se muere de viejo. Debe de haber sido, un paro cardiaco, una embolia pulmonar, cerebral, renal, o intestinal, o una bala suicida en la cien. ¿Alguien sabe? Claro que no. Bajo ese régimen el pueblo no tiene derecho a saber ni el final de su propio líder. No existe un medio de prensa que se atreva a publicar lo que todos  se preguntan, lo que todos deben saber.

Y por último. Estamos a escasos nueve meses de que Raúl deje el poder. Nadie sabe quién será su sucesor. Muchos apuestan de que será un personaje de apellido Castro. Yo, un guajiro suspicaz apuesto a que no llevará el apellido Castro. Será un pobre diablo, un títere, un tracatan, sujeto a los mandatos de la familia real C. Para ponérsela fácil, otro Osvaldo Dorticós, pero del siglo XXI. ¡Ay Cuba, sufrir es tu destino!

Monday, April 24, 2017

Cincuenta Sombras de Yegua.

La yegua Capuchina. Mis primas Isabel, Mercy y yo.

Prólogo.

Para que una novela o un cuento sea un éxito en estos tiempos en que vivimos, son necesarios tres factores de contenido: sexo, violencia y dinero. La novela “Cincuenta Sombras de Gris” (Fifthy Shades of Grey) de E L James, es un contundente ejemplo. Al principio creí que este relato tenia los factores necesarios para lograr algún éxito, hasta que descubrí que le faltaba uno, el dinero, y es que, por ser una historia real, el autor se ciñe a los hechos ocurridos y este drama ocurrió en Cuba, en la década del sesenta, bajo los efectos de una pobreza igualitaria impuesta por un capricho político.

El prólogo no debe nunca desalentar al lector, debe prepararlo, engancharlo, entusiasmarlo en la lectura. Desprovisto de pretensiones, con la verdad como escudo, me veo en la obligación de informarles a mis escasos lectores que si leer sobre sexo y violencia los ofende es momento de abandonar la lectura. El autor nació y creció en el campo cubano, y para un guajirito cubano el sexo es una constante, lo vemos a diario. En nuestro derredor copulan los insectos, lagartijas, aves y claro, cuadrúpedos como los caballos. Además, si leer sobre dinero los entusiasma, es sin lugar a dudas tiempo de retirarse. Si usted posee estas características como lector y sigue leyendo, seguramente terminará ofendido y desanimado. La falta de dinero es notable, no sólo en el relato, también lo es en el prólogo, que por falta de él tuvo que ser escrito por el propio autor, o sea yo.  

Miguel Grillo Morales
Miramar, FL. 17 de abril de 2017       

 

El encuentro.

Lo vi en la distancia, la soga que lo ataba lucia tensa como la cuerda de una guitarra. Sus relinchos se esparcían por la pradera, viajaban peinando la yerba y rebotaban en los frondosos cañaverales regresando convertidos en un penetrante eco. Era el caballo de Pichilín, un penco falto de cuidado y dudosa ascendencia que galopaba desesperadamente, dibujando con las patas sobre la verde superficie la mayor circunferencia que le permitía el largo de la soga, atada en un extremo a su jaquimón y en el otro a la estaca de acero clavada en la dura tierra colorada. Había olfateado mi cabalgadura, Capuchina, la yegua de mi padre y mostraba toda la virilidad, intenciones y deseos de un semental garañón. Capuchina, una yegua blanca, mora, torda, o como se le llame en la región donde usted me lee, era un animal de paso fino o marchadora, tendría unos 20 años, equivalente a sexagenaria en la escala humana. Tuve que tirar fuerte de las riendas para enmendar su rumbo, pues se mostraba complacida, halagada y deseosa de ir al llamado de amor. Me detuve y contemplé detenidamente la escena, estábamos los tres solos en medio de la nada de la finca Esperanza y Sumidero, rodeados únicamente de cañaverales, brisa y el armonioso sonido que emite el campo cubano. Pensé acercarle la yegua y satisfacer así las ansias de ambos y la curiosidad mía.

  El permiso. 

− Papi préstame la yegua – Le había dicho a mi padre esa mañana. Era la luminosa mañana de un sábado espectacular. No existía mayor anhelo para un guajirito de doce años como yo que mostrarme como jinete ante mis vecinitas y compañeritas de colegio. 

− ¿A dónde piensas ir? 

− A casa de Quiro y Victoria y al batey de La Esperanza – Visitar la casa de mis tíos era motivo seguro de aprobación, por eso fue la primera visita que incluí en la lista.

− Bueno, vaya pero tenga mucho cuidado. 

Acicalé la montura tejana y los arreos y le di a la yegua un baño de reina. Regresando de nuestro largo periplo gauchesco fue que nos topamos con el excitado caballo de Pichilín. 

¿Se la echo o no se la echo?  “That is the question” 

Contemplé por unos segundos el encabritado animal. Me pregunte ¿Se la echo o no se la echo? Me excitaba la idea de observar el acto sexual, lo había visto antes y sabía que era fuertísimo. No lo pensé dos veces, dirigí a Capuchina hacia el círculo pasional. Según disminuía la distancia, crecía la fogosidad en el garrapatoso Rocinante. Para evitar accidentes, a una distancia prudencial decidí desmontarme y acercarle la yegua de cabestro, sin siquiera quitarle la montura. No fue difícil la maniobra, la futura amante marchaba ilusionada hacia su equina luna de miel y penetró resuelta el área de alcance del caballo. Mi padre jamás había expuesto aquella yegua a caballo alguno, era inexperta, era virgen. 

 Sexo con violencia.

El cortejo amoroso fue breve. Comenzó con olfateos y relinchos para pronto volverse violento, traumatizante. El caballo giró bruscamente y le propino a la noble yegua una descomunal andanada de patadas. Los estribos volaban por el aire, los cascos quedaban marcados en la superficie de cuero de la montura y en la piel de la blanca yegua. La furia del animal aumentaba por segundos, de la misma manera aumentaba su libido. Su falo, colgándole entre las patas, semejaba una quinta extremidad. Rodeaba a Capuchina y mordisqueándola repetía la agresión. La yegua apenas se movía, sumisa, levantaba levemente la cola y dejaba escapar unos chorritos de orina en forma intermitente. No puedo precisar cuándo yo pasé de la excitación al miedo y del miedo al terror. La va a reventar, pensé y lo repetí en voz alta. Intentar interponerme entre ellos para rescatarla era un acto suicida. Después de tres ataques descomunales, la montó por la parte posterior, tanteó con la punta del falo hasta encontrar la vulva y en un enérgico brinco hacia adelante la penetró hasta donde dice “Made in caballolandia.” Lo primero que oí fue el estallido de la pala de la montura, media luna de madera revestida en cuero donde descansan las nalgas del jinete. El pecho del caballo la aplastó totalmente y la madera interior sonó como un tiro de escopeta al quebrarse bajo el peso del animal. Para sostenerse en posición de monta, la mordió repetidas veces en el cuello, dejándole unos círculos desprovistos de pelo y en carne viva. Todo lo que le introdujo en forma de miembro viril, le salió a la yegua en forma de largo resoplido, semejante al sonido de un acordeón desinflado. Los ojos de Capuchina parecían salírsele de sus órbitas, los orificios nasales se le expandieron, el agudo rechinar de sus dientes me dio escalofríos. Después de unos minutos el caballo fue dejándose caer lentamente, desgarrando con su peso algunos componentes de cuero de la montura. Al desmontarla, la punta del falo semejaba un inmenso platillo, que inexplicablemente no desgarró el interior de la yegua. Satisfecha su lujuria, el caballo se puso a pastar tranquilamente mientras se le reducía aquella inmensa protuberancia. Intente alejar de allí a Capuchina, pero ésta se encontraba en un estado de trance mental, las cuatro patas juntas, el lomo encorvado, la cola a media asta, su órgano genital realizaba unas convulsiones como muecas, mientras expulsaba una sustancia sanguinolenta y viscosa. Tuve que tirar fuertemente de las bridas para que Capuchina diera los primeros y vacilantes pasos. Golpeada, adolorida, entumecida, logre sacarla del alcance del caballo que mostraba signos de recuperación y venia a por otra sesión.

Casa y establo.

 
Evaluación de daños y regreso.   
Los afectos del combate amoroso eran visibles en yegua y montura. Dos despellejadas mordidas en los costados del pescuezo, un rosario de cascos marcados por todas partes. Eran más de cincuenta sombras, violáceas, ennegrecidas, ensangrentadas. La montura, ¡ay la montura!, los estribos destrozados, desfondados, el fuste partido en el asiento, el cuero desgarrado y… y entonces me acordé de mi padre. La yegua había perdido su virginidad yo seguramente perdería la vida. El regreso fue largo, lento e interminable. A medida que nos acercábamos a casa, mi corazón amenazaba con salírseme del pecho. Necesitaba una excusa, una buena historia para librarme de la severidad del viejo Grillo. Casi llegando a casa se me ocurrió la magnífica idea que me salvaría. Elaboré y repetí mil veces la historia en mi atribulada cabeza. Me dirigí hasta el cobertizo, edificación que servía de garaje para el tractor, establo y cuarto de monturas. Desensillé la magullada yegua, puse la montura en su puesto, no sin antes hacer un intento de reparación para que luciera lo menos destrozada posible. Bañé a Capuchina y la maquillé lo mejor que puede. No existía forma de ocultar los daños, era necesario enfrentar la situación. Salí hacia la casa en busca de mi padre. Los escasos ciento veinte metros que separaban el establo de la casa me perecieron interminables kilómetros. Era el largo y tortuoso sendero hacia el patíbulo.
− ¿Dónde está Papi? – le pregunté a mi madre lo más pausado posible. Hacerla partícipe de aquel asunto era añadir una cuota de drama innecesaria. 
Tu padre se está bañando. −contestó y continuó  preparando el almuerzo. Me dirigí al baño y en efecto allí estaba mi padre, recién bañado y vestido con ropa de estar en casa, peinándose frente al espejo.
− Papi, tengo que hablar contigo. − La seriedad y la gravedad de mi voz lo puso en alerta.
− ¿Qué pasó hijo? − contestó visiblemente preocupado saliendo del cuarto de baño.
− Quiero que lo veas por ti mismo, ven conmigo por favor. – dije y salí rumbo al establo. 
− El almuerzo está listo. –Murmuró mi madre al vernos pasar.
 No hablé absolutamente nada durante el corto trayecto, sólo escuchaba un enorme zumbido dentro de mi cabeza y los pasos de mi padre siguiéndome a escasa distancia. 
− Mira esto. –le dije, abriendo la enorme puerta de madera y mostrándole las dos víctimas.
− Pero ¿qué paso aquí? − El vozarrón del viejo Miguel estremeció la edificación de madera y techo de zinc, saco a Capuchina de un soñoliento letargo y me indujo un asfixiante sentimiento de terror. 
 Defensa y…
− Me, me, me, me – intente responder, pero sólo lograba articular sílabas. Mi padre le puso rápidamente fin a mi titubeo verbal. 
− Dime que pasó Migue. − Esta vez su expresión denotaba una completa ausencia de paciencia.
−Me, me, me, me desmonté en casa de Tite Morera, no, no, no amaré bien la yegua, se soltó y se fue hasta la sabana donde estaba amarado el caballo de Pichilín. Traté de pararla pero no pude. –lo dije con un poco de tartamudeo, pero como si estuviese viendo el hecho, convencido, seguro y resuelto.
− ¿Y qué pasó, el caballo la montó? 
− Si, la montó Papi, la montó. –contesté, acusando al caballo, como si toda la culpa fuese exclusivamente del animal. Sentí un enorme alivio. Habíamos llegado al punto supremo del interrogatorio. De cierta manera me sentí liberado, confeso, todo estaba dicho, o al menos eso creía yo. Mi padre analizó minuciosamente la montura y la yegua. Cada detalle, cada huella al estilo Sherlock Holmes. Revisó la montura con precisión de talabartero. Un par de piezas de cuero que yo había intentado poner en su lugar quedaron sueltas entre sus manos. Pasó su mano sobre la piel del animal, la acarició suavemente. Por un momento creí que sostenía un diálogo con el depauperado animal y que ésta le contaba toda la verdad. Dió un largo rodeo, fue de nuevo de la montura a la yegua, de la yegua a la montura, hasta pararse allí justo delante de mí, corpulento, erguido en toda su estatura, serio como pocas veces yo lo había visto.    
−Oiga bien lo que le voy a preguntar. Recuerde lo que siempre le he dicho, la verdad siempre, la verdad sobre todas las cosas. Piense bien la respuesta.
El trato de usted le imponía un peso insoportable al interrogatorio. Yo lo veía agigantado desde mi diminuto plano. La punta de su dedo índice, grande y redondo, apuntándome a la nariz como un cañón.   
− Oiga bien y conteste, ¿Se le escapó o usted se la echó?     
 Confesión.  
De pronto me encontré con la garganta completamente seca. Fui a tragar y la ausencia de saliva me provocó una tosecita áspera y aguda.  Intenté respirar y descubrí que en aquel lugar, igual que en la superficie lunar, no había oxígeno. Quise hablar y no lograba articular palabra. Oír si oía, la voz de mi padre en off, obstaculizada por un enorme zumbido que amenazaba con hacerme estallar los tímpanos.
 
− ¿Se le escapó, o usted se la echó? –repitió con energía el fiscal general de la Republica Grillo.
Haciendo un esfuerzo sobrehumano logré contestar. Lo que me salió como respuesta fue el chillido más fino y escalofriante que ser humano haya emitido jamás. Una vocecita como un pito que dejó a mi padre perplejo…
− Yo se la eché Papi…  
Y me quedé allí, rígido como una tabla, esperando lo peor. Entre una cortina de lágrimas lo vi levantar la cabeza y mirar al techo por unos segundos. Bajó la cabeza lentamente, respiró profundo pues para él si había oxígeno. Se llevó las manos a la cintura, para luego poner su inmensa diestra sobre mi hombro. Y sucedió el milagro. Una de las tantas reacciones ejemplarizantes que convirtió a mi padre en mi mentor, mi héroe, mi mejor amigo.
Su voz volvió a inundar el recinto, esta vez serena, calmada.  
− Mire muchacho carajo, pídale a Dios que la yegua no se preñe de ese penco de mierda. Y ahora vamos, tu madre está esperándonos y se nos enfría el almuerzo. 
Fin.