En su reciente
mensaje de felicitación a los trabajadores del ICRT, Raúl el último hijo de
Lina dijo: "las armas de dominación informativa y cultural de nuestros
enemigos son cada vez más sofisticadas" Yo tengo un par de preguntas y
tengo un par de comparaciones, para que la analicen los que me leen aquí afuera
y dentro de la Isla. ¿Y las armas de desinformación que tú y tu difunto hermano
han impuesto sobre el pueblo cubano durante 59 años? Ustedes han contado y
cuentan el cuento a su manera, sin un medio informativo dentro de la Isla que
los cuestionara.
Que en mi pueblo, (pequeño ejemplo) el central Mercedes (6 de Agosto) sea una ruina, que los que allí viven hoy necesiten un coche de caballos como en el siglo XIX para llegar al pueblo más cercano, no es culpa de un enemigo externo, es culpa de un sistema fracasado e inoperante impuesto precisamente por la fuerza y la desinformación. Claro Raúl que tú como tu hermano le temes a la información. Las nuevas tecnologías, Internet, Facebook, Instagram, acabaron con la impunidad que ustedes disfrutaron durante tantos años. Hoy, gracias a la tecnología, en un parque del pueblo de Colón, en La Habana, o en una oficina del ICRT, este sencillo escrito lo leerán cientos de personas. Algunas no estarán de acuerdo con él, tampoco comentarán, y eso precisamente prueba mi punto.
Ya realicé la pregunta, ahora voy a la comparación. Bajo la dictadura de Francisco Franco el pueblo español fue informado, al menos en cuatro boletines diarios de la agonía y muerte de su lider. Los cubanos todavía no saben cómo murió Fidel. Nadie se muere de viejo. Debe de haber sido, un paro cardiaco, una embolia pulmonar, cerebral, renal, o intestinal, o una bala suicida en la cien. ¿Alguien sabe? Claro que no. Bajo ese régimen el pueblo no tiene derecho a saber ni el final de su propio líder. No existe un medio de prensa que se atreva a publicar lo que todos se preguntan, lo que todos deben saber.
Y por último. Estamos a escasos nueve meses de que Raúl deje el poder. Nadie sabe quién será su sucesor. Muchos apuestan de que será un personaje de apellido Castro. Yo, un guajiro suspicaz apuesto a que no llevará el apellido Castro. Será un pobre diablo, un títere, un tracatan, sujeto a los mandatos de la familia real C. Para ponérsela fácil, otro Osvaldo Dorticós, pero del siglo XXI. ¡Ay Cuba, sufrir es tu destino!
Que en mi pueblo, (pequeño ejemplo) el central Mercedes (6 de Agosto) sea una ruina, que los que allí viven hoy necesiten un coche de caballos como en el siglo XIX para llegar al pueblo más cercano, no es culpa de un enemigo externo, es culpa de un sistema fracasado e inoperante impuesto precisamente por la fuerza y la desinformación. Claro Raúl que tú como tu hermano le temes a la información. Las nuevas tecnologías, Internet, Facebook, Instagram, acabaron con la impunidad que ustedes disfrutaron durante tantos años. Hoy, gracias a la tecnología, en un parque del pueblo de Colón, en La Habana, o en una oficina del ICRT, este sencillo escrito lo leerán cientos de personas. Algunas no estarán de acuerdo con él, tampoco comentarán, y eso precisamente prueba mi punto.
Ya realicé la pregunta, ahora voy a la comparación. Bajo la dictadura de Francisco Franco el pueblo español fue informado, al menos en cuatro boletines diarios de la agonía y muerte de su lider. Los cubanos todavía no saben cómo murió Fidel. Nadie se muere de viejo. Debe de haber sido, un paro cardiaco, una embolia pulmonar, cerebral, renal, o intestinal, o una bala suicida en la cien. ¿Alguien sabe? Claro que no. Bajo ese régimen el pueblo no tiene derecho a saber ni el final de su propio líder. No existe un medio de prensa que se atreva a publicar lo que todos se preguntan, lo que todos deben saber.
Y por último. Estamos a escasos nueve meses de que Raúl deje el poder. Nadie sabe quién será su sucesor. Muchos apuestan de que será un personaje de apellido Castro. Yo, un guajiro suspicaz apuesto a que no llevará el apellido Castro. Será un pobre diablo, un títere, un tracatan, sujeto a los mandatos de la familia real C. Para ponérsela fácil, otro Osvaldo Dorticós, pero del siglo XXI. ¡Ay Cuba, sufrir es tu destino!
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