Los adoradores de Fidel Castro, se cansaron de enviar felicitaciones por el
86 cumpleaños al anciano líder, pero solo silencio recibieron
por respuesta. El comandante tiene quien le escriba, pero ya no contesta. El cumpleañero
no fue capaz de garabatear en un trozo de papel una mini reflexión, como
aquellas ultimas que escribió hace ya dos meses, de corte delirante, para
agradecer las muestras de adulación de
sus huestes.
Sus acólitos, especialmente los nacionales están acostumbrados a ese tipo
de tratamiento de segunda, Fidel simplemente les da la espalda. Los medios de
prensa cubanos tienen la necesidad de citar
fuentes externas para referirse a los aconteceres
en Punto Cero. A nadie desprecian más los déspotas que a los alcahuetes.
Solo en una nota, que apareció y desapareció como por arte de magia
revolucionaria en el blog oficialista Cubadebate se leía: Chávez conversa con
Fidel: “¡Es impresionante su energía y lucidez!” Ese fue el mensaje que el mandatario
venezolano público en su cuenta de Twitter. Y a su vez, fue la única referencia al estado físico
del birthday boy. Basta ver el último video disponible del paciente, durante la visita al
Papa, para llegar a la conclusión de que si algo no está Fidel es enérgico y
lucido.
Gabo fue un visionario, con la genialidad que lo caracterizaba me regalo la
escena: En un tocadiscos suena La Internacional, el aire fétido espanta las
moscas, vacas (tataranietas de Ubre Blanca) rumiando las cortinas de cretona, auras
tiñosas entrando por los ventanales de Punto Cero, un trovador que nadie
recuerda canta llorando El Necio, mientras Chavez twitea: “¡Fidel inaugura la primera planta procesadora de
Moringa!”. Este no es el otoño del patriarca, es el invierno del déspota.
No lo dudo, amortajado y en su ataúd Fidel Castro será el cadáver más
lucido, enérgico y saludable jamás visto.
Yo soy español y nunca he sentido la presión de un dictador. Cuando Franco murió acababa de cumplir 11 años y siempre me recuerdo madurando políticamente en democracia. Con el trato y la consideración que siento por muchos de mis conciudadanos (teóricamente debiera sentirlo por todos, pero siempre hay personas que uno no considera) me parece monstruoso amputarnos a todos el derecho a decidir qué hacemos con las leyes, con la economía, con nuestra convivencia. Me gusta que haya procedimientos de cambio en los que participemos todos y no creo en las convulsiones traumáticas (supongo que me hago viejo).
ReplyDeleteSe me ocurre imaginar un dictador vitalicio o mortalicio, que no cree en sus compatriotas, que se arroga el derecho de decidir lo que ellos pueden hacer, que se arroga la representatividad para decir lo que piensan (curiosamente un dictador dice lo que piensa su pueblo, como si tuviera una especie de conexión telepática con su pueblo, mientras que un gobernante democrático casi nunca se atreve a tanto, a pesar de haber recibido el voto escrito de la mayoría de sus conciudadanos) etc. De tanto arrogarse, un dictador se volverá arrogante, se verá como hijo de la providencia, y terminará creyéndose a sí mismo y a la pandilla de aduladores (y también de sinceros seguidores, -que los hay en todas las dictaduras-) que le consideran el único capaz de mandar sobre todos los habitantes de su país.
Ahora me doy cuenta de las escasas veces que en la democracia se habla de “patria” frente a la sobreabundancia con que aparece este término en las dictaduras. ¿Será porque el dictador se cree -ilusamente- una especie de padre, como el papaíto Stalin o será porque prácticamente se cree patrón, como Rafael Leónidas Trujillo?