Tuesday, August 14, 2012

Post para un pos-trado.


Los adoradores de Fidel Castro, se cansaron de enviar felicitaciones por el 86 cumpleaños  al  anciano líder, pero solo silencio recibieron por respuesta. El comandante tiene quien le escriba, pero ya no contesta. El cumpleañero no fue capaz de garabatear en un trozo de papel una mini reflexión, como aquellas ultimas que escribió hace ya dos meses, de corte delirante, para agradecer las  muestras de adulación de sus huestes.

Sus acólitos, especialmente los nacionales están acostumbrados a ese tipo de tratamiento de segunda, Fidel simplemente les da la espalda. Los medios de prensa cubanos  tienen la necesidad de citar fuentes  externas para referirse a los aconteceres en Punto Cero. A nadie desprecian más los déspotas que a los alcahuetes.

Solo en una nota, que apareció y desapareció como por arte de magia revolucionaria en el blog oficialista Cubadebate se leía: Chávez conversa con Fidel: “¡Es impresionante su energía y lucidez!” Ese fue el mensaje que el mandatario venezolano público en su cuenta de Twitter.  Y a su vez, fue la única referencia al estado físico del birthday boy. Basta ver el último video disponible del paciente, durante la visita al Papa, para llegar a la conclusión de que si algo no está Fidel es enérgico y lucido.

Gabo fue un visionario, con la genialidad que lo caracterizaba me regalo la escena: En un tocadiscos suena La Internacional, el aire fétido espanta las moscas, vacas (tataranietas de Ubre Blanca) rumiando las cortinas de cretona, auras tiñosas entrando por los ventanales de Punto Cero, un trovador que nadie recuerda canta llorando El Necio, mientras Chavez twitea: “¡Fidel  inaugura la primera planta procesadora de Moringa!”. Este no es el otoño del patriarca, es el invierno del déspota.   

No lo dudo, amortajado y en su ataúd Fidel Castro será el cadáver más lucido, enérgico y saludable jamás visto.

1 comment:

  1. Yo soy español y nunca he sentido la presión de un dictador. Cuando Franco murió acababa de cumplir 11 años y siempre me recuerdo madurando políticamente en democracia. Con el trato y la consideración que siento por muchos de mis conciudadanos (teóricamente debiera sentirlo por todos, pero siempre hay personas que uno no considera) me parece monstruoso amputarnos a todos el derecho a decidir qué hacemos con las leyes, con la economía, con nuestra convivencia. Me gusta que haya procedimientos de cambio en los que participemos todos y no creo en las convulsiones traumáticas (supongo que me hago viejo).
    Se me ocurre imaginar un dictador vitalicio o mortalicio, que no cree en sus compatriotas, que se arroga el derecho de decidir lo que ellos pueden hacer, que se arroga la representatividad para decir lo que piensan (curiosamente un dictador dice lo que piensa su pueblo, como si tuviera una especie de conexión telepática con su pueblo, mientras que un gobernante democrático casi nunca se atreve a tanto, a pesar de haber recibido el voto escrito de la mayoría de sus conciudadanos) etc. De tanto arrogarse, un dictador se volverá arrogante, se verá como hijo de la providencia, y terminará creyéndose a sí mismo y a la pandilla de aduladores (y también de sinceros seguidores, -que los hay en todas las dictaduras-) que le consideran el único capaz de mandar sobre todos los habitantes de su país.
    Ahora me doy cuenta de las escasas veces que en la democracia se habla de “patria” frente a la sobreabundancia con que aparece este término en las dictaduras. ¿Será porque el dictador se cree -ilusamente- una especie de padre, como el papaíto Stalin o será porque prácticamente se cree patrón, como Rafael Leónidas Trujillo?

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