Con un ritual reservado para una operación de
alta inteligencia mi primo Pepe Grillo me lo entregó. Corría el año 1969 y en
el país donde ambos habíamos nacido el espacio entre lo legal y lo subversivo era
una delgada línea interpretada a su antojo por los dueños del poder absoluto. Hasta
la lectura era víctima de aquellos parámetros. Y precisamente aquel paquete
envuelto en un cartucho de bodega contenía una lectura, contenía una novela. Entregármela
para que yo, un adolecente, la leyera, era motivo de gran preocupación. - No se
la puedes mostrar a nadie. – Léela pronto y cuando termines me avisas y yo
vengo a buscarla. Me dijo con tono de severidad. Las preocupaciones de Pepe no
eran infundadas.
Rebelión en la Granja o Animal Farm, la novela
escrita por George Orwell en 1945 no me pareció nada del otro mundo. Contaba
como un grupo de animales se revela en una granja contra los dueños. Los acusan
de ser unos explotadores, los expulsan, toman el poder y se organizan. Algunos
de aquellos animales se convierten en dirigentes, redactan siete mandamientos
que regirán la granja. Al final se dan la buena vida mientras el resto vive en
la peor de las miserias. Cualquier semejanza con lo que había sucedido en países
del bloque socialista y lo que estaba pasando en Cuba no era coincidencia. Ahí
el detalle, del peligro de ser descubierto con aquella simple novela en la granja socialista
que comenzaba a construir Fidel Castro.
La noticia le ha dado la vuelta al mundo.
Antonio Castro Soto del Valle el hijo de Fidel Castro acaba de ganar un torneo
de golf en Varadero. Las fotos lo muestran con la indumentaria apropiada, como
cualquier empresario capitalista, disfrutando los verdes campos, la briza de
mar y el juego de los burgueses. No es la primera vez que vemos al hijo de Papa
y Mama dado a la buena vida. Otras fotos lo han mostrado en lujosas cenas, con costosísimos
trajes, enormes puros, rodeado de fina cristalería y bellas mujeres.
Quizás no la primera vez, pero después si pude
comprender perfectamente el mensaje de aquella sencilla novelita satírica. Los animales
que llevan las riendas del poder en la novela de Orwell son dos cerdos, se
llaman Snowball y Napoleón.
No es necesario preguntarle al pobre burro Benjamín
(como al final de la novela) que lea el séptimo mandamiento modificado por el
dictador Napoleón, basta ver cómo viven los hijos de los dirigentes en Cuba: "Todos
los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros".
Solo queda añadir: Al que Fidel se lo dio, que el proletariado se lo bendiga.
Amigo Grillo me gusto tu manera de describir la nueva casta en el poder en Cuba. ¡Como han vivido! Por un lado le dicen al pueblo que hay que “apretarse el cinto” y por el otro a vivir como los que ellos tanto critican. Es para reírse, si no fuese por tanta sangre y tanto dolor que han provocado.
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