Diez y media de la mañana de un espectacular sábado
de mayo. Terminamos de disfrutar un apetitoso desayuno confeccionado por Mocho.
Sol radiante, fresca briza que mueve las cortinas y crea una música paradisiaca
en los múltiples sonajeros que rodean la terraza. Una pareja de sinsontes
laboriosos realizan incesantes vuelos para alimentar a sus crías, que esperan refugiadas
en su nido. Los pavos reales majestuosos despliegan su cola en ese ritual para
atraer las hembras. En el sistema de sonido a muy bajo volumen desde Santo
Domingo de Guzmán se escucha Radio Raíces. Es una estampa y un momento para la meditación
y el disfrute. Estoy extasiado. Arrobado, casi quedo le digo a Mocho: - Solo nos
faltan que ahora lleguen los testigos de Jehová. Y en ese preciso momento suena
el intercomunicador y en la pantalla del circuito cerrado y aparecen las
figuras de dos damas Atalaya en mano. ¡OREMOS!
me alegro por ti, me gustaria conocer mas de tus dias, parecen interesantes. saludos
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