Sunday, July 15, 2018

Donde ya no anidan las golondrinas.


Aún las recuerdo, aún las veo revolotear, aparentemente erráticas, y desordenadas, pegadas al recuerdo, a mi recuerdo, pegadas al techo del portal de La Comercial, la mayor bodega del central Mercedes, una suerte de centro comercial ubicado en la esquina de la intersección de las calle Real y la calle del Parque donde se podía comprar, ropa, zapatos, juguetes, víveres y hasta implementos agrícolas.
Parque del central Mercedes.
 

Llegaban en el mes de abril y se marchaban en agosto. En ese intervalo de tiempo se apareaban y construían sus nidos, obras de arte en forma de concha meticulosamente elaboradas en barro, adheridas a las esquinas o en los bordes de los ábacos de las columnas de estilo Jónico que sostenían el techo. La edificación que ocupaba La Comercial, o la bodega de Ramón, era una de sus favoritas. En el largo portal en forma de L que iba desde la carnicería hasta la barbería efectuaban su ritual cada año. Entraban en rápido vuelo desde la calle, descendiendo para sortear la solera y ascendiendo de pronto para volar casi pegadas al techo. En un brusco giro se posaban en sus nidos y desde abajo se podía escuchar el sonido que emitían las crías ávidas por ser alimentadas.
Nido de Golondrina.
 

Mientras Carmita, mi madre, hacía algunas compras en la tienda yo me extasiaba observando aquella actividad. A finales de agosto se marchaban, para regresar en abril del próximo año. Al igual que ellas un día yo también me marché. Me cuentan que todo comenzó con una gotera en el techo. La decidía, ese virus que ataca a lo que dicen que es de todos pero en realidad no es de nadie, hizo de la gotera un boquete por donde entró el agua y el sereno que pudrió vigas de madera hasta que aquel otrora bastión comercial se volvió inhabitable. Todo el techo se vino abajo, por años quedaron solo en pie las paredes y las columnas, hasta que fue necesario derrumbarlas.

Hoy allí, donde un día volaron y anidaron solo queda un solar yermo donde no vuelan ni anidan ni las golondrinas ni la esperanza.

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