Cada vez que oigo hablar de los ataques acústicos sufridos
por diplomáticos estadounidenses y canadienses en La Habana, como una excusa
del gobierno de Estados Unidos para enfriar el proceso de restauración de relaciones,
“Maine acústico” le han llamado los más creativos vendedores de esa teoría, suelo
hacerme tres preguntas.
La primera.
¿Necesitaba la administración
de Donald Trump una excusa para desacelerar o detener el proceso?
Puedo estar equivocado, la política es extremadamente retrechera,
pero aun así, si utilizamos el sentido común algo salta a la vista. Lo primero
es que Estados Unidos no ha ocultado ni oculta su intención hacia Cuba. Todas
las administraciones, incluso la del conciliador Obama han expresado el deseo
de establecer allí un gobierno democrático, pluripartidista y respetuoso de los
derechos humanos. Que Fidel se opusiera y Raúl Castro se oponga a esta iniciativa
enarbolando la maltrecha bandera de la soberanía nacional, solo demuestra el corte
totalitario del régimen que imponen.
La segunda pregunta.
¿Quién ha torpedeado los anteriores intentos de reconciliación?
¿Quién ha utilizado el enfrentamiento como excusa para coartar libertades? A la
administración Carter le obsequiaron el Mariel, a la de Clinton la crisis de
los balseros, ¿es de extrañarse que a la de Obama y Trump le duelan los oídos?
La tercera.
¿Quiénes son los expertos en hacer ruido? Amigos, no
se ustedes, pero yo de joven, casi pierdo la capacidad auditiva intentando
escuchar a escondidas en un viejo radio Zenith de baterías La Voz de los
Estados Unidos de América en la finca Esperanza y Sumidero. Los agudos silbidos
que emitían las bocinas producto de la interferencia que le hacían los técnicos
del gobierno me parece escucharlos todavía. Esa práctica aún se mantiene y se
perfecciona. Ese ataque lo experimentan hoy los que intentan ver TV Martí, escuchar
Radio Martí o cualquier otra estación de radio cubana de Miami de contenido político.
Amigos, si le temen y bloquean lo que el pueblo pueda ver
o escuchar. ¿Cómo no le van a temer a las relaciones? Le temen, si le temen,
como el diablo le teme a la cruz.
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