Monday, March 30, 2015

Leche condensada.



Me desperté, o mejor dicho, me despertó, el incesante ajetreo de mis revoltosas tripas demandando algo de comida. No sabía qué hora era, traté de orientarme en la oscuridad de aquel pequeño apartamento. Desde mi colchoneta tirada en el piso, divisé los pequeños estantes que en una esquina de aquellas cuatro paredes conformaban la cocina y pensé en una lata de leche condensada que había abierto aquella tarde. Era el verano del  año 1969 y estábamos de vacaciones. Mi cuñado había rentado a unos conocidos un pequeño apartamento que ocupábamos en la segunda avenida y la cuarenta calle en la playa de Varadero, a escasas cuadras del mar.  Aquella madrugada había sido precedida de un día entero de playa. El mar tenía la peculiaridad de abrirme el apetito, con trece años y extrema delgadez, mi voracidad era comparable con la de un elefante.

Me incorporé y sin encender la luz fui salteando los obstáculos que se interponían en mi camino. Los colchoncitos donde dormían mis pequeños sobrinos, una mesita con cuatro sillas y lo peor, un ventilador de fabricación casera sin protección en las paletas, que era capaz de decapitar a un dinosaurio.

Al fin llegué hasta la cocina, abrí con cuidado la puerta del pequeño gabinete y las viejas bisagras se quejaron con intención de despertar a todo el vecindario. A tientas encontré la lata. Todos dormían. Buscar un vaso o cuchara era imposible en aquella oscuridad, así que me llevé la lata directamente a la boca y succione a través del hueco en forma de triangulo hecho por el abrelatas el espeso y dulce néctar. Sentí el agradable sabor, pero algo impedía el libre flujo del contenido, succione con más fuerza y un objeto extraño, extremadamente amargo junto con partículas que pinchaban mi lengua se me trabó en la garganta. No me quedo más remedio que encender la luz. Dando arqueadas escupí sobre la pequeña mesita un ala y unas paticas. El resto estaba aun allí, trabado en el hueco en forma de triangulo hecho por el abrelatas, era el brilloso y reluciente culo de una cucaracha.   

3 comments:

  1. ¡Sobrecogedora! Edgar Grillo Poe.
    Pero siendo 1969 y Cuba ¿era esa marca suiza que aparece en la ilustración o una marca de nombre Volga, Kruchev, Kremlim o Kalasnikov?

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  2. Amigo Juan, primero que todo (creo que no se dice primero que nada) tengo que agradecerle por su cooperación editorial. Ya arreglé “trate” “escazas” “meseta” y “aun” que usted tal gentilmente me señala en privado. Pero no solo de ortografía es usted es un hábil observador. La grafica no le hace justicia al artículo. La lata de leche condensada creo era marca Nela, producida en Cuba. Ya en 1969 imagino que con el “entusiasmo” y “calidad” de todo lo que se produce bajo la esclavitud. Gracias una vez más.

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  3. Los fidelistas dirán, creando un invertebrado híbrido: "una cucaracha gusana" colocada por un imperialista para desprestigiar a la revolución.

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