Monday, January 27, 2014

GASTON VAQUERO

Lo conocí personalmente en la cafetería Los Tres Cerditos, en la calle Carretas, a escasos metros de la Puerta del Sol. Hasta allí, llegábamos los exiliados cubanos buscando algún sabor típico cubano. En aquel Madrid de 1972 era prácticamente el único lugar donde se podía degustar un plato de lechón asado y frijoles negros con yuca, o tomar un delicioso batido de mamey o papaya.
En el sótano, Bobby Collazo amenizaba las tardes al piano, con aquellas melodías que nos recordaban un país lejano y una tradición casi perdida. La nostalgia es el refugio de los desamparados.
No lo vi mulato, no lo vi gay. Lo vi inmenso en su estatura y en la  grandeza de la cultura que demostró. Leyó poemas y hablo brevemente en una pequeña peña literaria. Aquel encuentro fue pura coincidencia. Jamás había oído hablar de él. Luego supe quien era y seguí con entusiasmo sus artículos en la prensa local.
Gastón Vaquero vivió de mayo a mayo, dejo a lo largo de sus 79 mayos de vida una magnífica obra literaria.
Yo lo descubrí en Madrid una noche de 1972. Muchos cubanos aun no lo han descubierto. Un grande, un nuestro, amordazado por la censura.  Otra de las cosillas que no se le pueden perdonar jamás a la dictadura de los hermanos Castro.   




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