La memoria, esa
fuente inagotable de hechos e imagen pasadas, se sacudió la pereza, ahuyentó el
olvido haciéndome recordar las tantas veces que vi aquel instrumento de corte
en las manos de mi querido tío Pipe. Pero no solo tío Pipe, algunos de mis
otros tíos y mi padre usaban un machete idéntico. Si amigos, la mayoría de los
guajiros cubanos eran propietarios de un machete. Pero el Collins no es un
machete cualquiera, es quizás el machete de mejor calidad fabricado. Llena está
la jerga guajira de referencias a este instrumento que debe su nombre a la
ciudad sede de la fábrica, Collinsville, Connecticut USA.
Tres días de intensa
búsqueda en Internet hasta que logre encontrar uno idéntico en una tienda de antigüedades
en Milford Michigan. Ayer llego el paquete via “Priority Mail”. Cuál sería mi
sorpresa al comprobar que a pasar de tener más de setenta años, aun mantiene las
etiquetas o pegatinas originales de fábrica y que no fue prácticamente usado.
Pronto, dentro de
una caja de madera hecha a su medida, con una nota aclaratoria de “replica” engrosará el pequeño museo de objetos que
fueron propiedad de aquellos hombres que con su esfuerzo y determinación lograron
tanto con tan poco y dejaron como legado y fortuna su ejemplo. No, no es un
machete cualquiera, es un pequeño y emotivo tributo.
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