Thursday, March 22, 2012

Apocalipsis ahora.




Con cada nueva reflexión Fidel Castro se queda más rezagado en la historia y en el pasado. Anclado, cual viejo bergantín en las turbias aguas de su conciencia, todas sus reflexiones tienen un oscuro tinte de derrotismo. Según él, todos "los caminos conducen al desastre” ese es precisamente el titulo de su último artículo. Lo que se escribe, es hasta cierto punto un reflejo sicológico del estado personal y mental del autor. Al leer esta última entrega, es fácil adivinar porque derroteros anda la mente y el espíritu del dictador.
Este no es un caso aislado, un breve recorrido por sus reflexiones anteriores y comprobamos que todas pintan un sombrío panorama. En la recta final de su existencia, mermado de capacidades su única alternativa es esperar la muerte, mientras lo hace, intenta inculcar a quienes lo leen de ese sentimiento apocalíptico que lo embarga y lo persigue. No escribe nada positivo, nada esperanzador. ¿Qué podemos esperar de quien siendo aun joven acuñó la lamentable frase: “Patria o Muerte”?

Los que lo idolatran, no se cansan de exaltar sus grandes dotes de visionario, sordos y ciegos siguen al futuro cadáver en una caravana de fúnebres reflexiones. Esperemos que nunca llegue al punto de exhortar a sus partidarios al estilo de Jim Jones (Guyana 1978).  

Desde que el mundo es mundo, ha sido azotado por epidemias, guerras, conflictos y desastres naturales, nuestra especie se ha adaptado y en general ha mejorado su forma de existencia. Algo me dice, que ese orden continuará mucho tiempo después de que Fidel tome el camino que le corresponde. Ojala que de alguna manera la obediente prensa cubana comience a darse cuenta del gran daño que le hace a la sociedad este tipo de publicaciones y se decida a poner distancia de estas alucinaciones. Fidel entérate, el mundo no se acaba, tu sí.




Tuesday, March 20, 2012

El envenenamiento de Pupú.





− ¡Se enveneno Pupú, se envenenó Pupú! - Gritó Mirta Corredera. Su voz chillona retumbó en el batey del Central Mercedes, penetró por las puertas, ventanas y hendijas de las viejas casas de madera, descascarando la reseca pintura y espabilando el olvido colgado de las telarañas desde los tiempos del Machadato. − ¡Se envenenó Pupú, se envenenó Pupú! - Gritaba mientras corría de un lado a otro, llevándose una mano a la desgreñada cabeza, con la otra, sujetaba un mugriento delantal de cocina a la altura del pecho. – Yo sabía que ese muchacho iba a cometer una barbaridad. - Dijo mi madre sin abandonar su faena hogareña. Yo di un salto, deje a un lado mi tarea de quinto grado y me calcé un par de tenis a toda prisa. 



Los problemas matrimoniales de Gilberto Crespo y Cira Grillo Cruz, comenzaron en el noviazgo, mucho antes de que Cira, ya casada, aceptara montar en el camión de volteo color rojo marca Chevrolet del año 1953 de Rafael Martínez. El viaje de Colón a Mercedes, incluyó una escala entre verdes y apacibles cañaverales. Dentro de la apretada y calurosa cabina, los cuerpos sudorosos y desnudos de Cira y Rafael se unieron en una danza lujuriosa, a ratos violenta, a ratos pausada, que empaño los vidrios y trucó los relojes.

Gilberto Crespo a quien todos apodaban Pupú, se acercaba a su cuarta década de vida, era un hombre fornido, de recortada estatura, velludo como un oso, de incipiente calvicie, honesto y trabajador. Con la ayuda de una de sus hermanas como mensajera, enamoró a Cira, ella desprovista de opciones, aceptó. El pidió permiso a los padres de la muchacha para visitarla. Cira era una guajirita delgada de apariencia tímida, mirada escurridiza y algo introvertida. Dos veces por semana, después de una larga jornada de trabajo, hacía el recorrido a pie, desde el Central Mercedes hasta la lejana casita de campo de su novia. Dos sillones de madera colocados en una esquina de la diminuta sala, fueron testigos de aquel noviazgo. Nada más llegar Pupú, recostaba arrobado la cabeza en el hombro de Cira, y a los pocos minutos se quedaba profundamente dormido. Sus ronquidos, imperceptibles al principio, iban ganando sonoridad, hasta convertirse en un estruendo insoportable, que hacía parpadear la luz de los quinqués y azoraba las gallinas dormidas desde temprano en las ramas de los frondosos atejes. Cira no solo soportaba aquel desafinado concierto, sino que cuidadosamente para no despertarlo, se cubría el hombro con una toallita, para que la baba de su novio no le empapara la pulcra blusa. Pupú pasó más tiempo en los brazos de Morfeo que en los de su amada.

Con sus propias manos, construyó una pequeña casa, la amuebló con tanto entusiasmo como mal gusto. Con una sencilla ceremonia celebraron la boda. Pupú era feliz, Cira no. Eran la comidilla del pueblo, según las malas, las buenas y las peores lenguas, Pupú era rudimentario en el arte de hacer el amor y como las desgracias no andan solas, era además, eyaculador precoz. Aquel primer viaje en el camión de Rafael fue el catalizador para una desgracia. Cansada de viajar a Colón varias veces por semana a encontrarse con su amante, Cira optó por quedarse en casa, donde ya era frecuente ver aparcado el camión rojo de Rafael.

Cuca, la vecina, parapetada detrás de sus espejuelos de marco oscuro y ventanas entreabiertas, con el corazón acelerado, escuchaba casi todas las tardes el festín de los amantes, - Grita como si la estuviesen matando. -Le comentaba a un grupo de vecinas chismosas que insistían en conocer los pormenores de aquellos encuentros.

− Es un gran amigo de la familia. Contestaba Pupú, cuando algún jodedor del pueblo le preguntaba maliciosamente por aquellas frecuentes visitas.

– Y tú, un perfecto tarrú. - Comentaban ellos a su espalda. Cira no logró, o no quiso soportarlo más y lo abandonó.

Era frecuente verlo en el barrio, de casa en casa, llorando como un niño, contando su infortunio y rogando a los vecinos para que intercedieran para que ella regresara a casa. Cira no solo se negó a regresar, le confesó a su mejor amiga detalles íntimos de aquel idilio, la gran diferencia entre su marido y su amante. − Con Rafael he aprendido para que me parieron. Dijo huérfana ya de pudor. Cambio su semblante, su carácter y hasta el modo de caminar, era, sin lugar a dudas, inmensamente feliz.

− Corran, corran-seguía gritando Mirta. Exhausto llegué al portal de la casa donde ya se agrupaba un gran número de vecinos. En sus rostros, en la conversación solemne y en los susurros se adivinaba la pesadumbre de la muerte. Empujado por la curiosidad, atravesé el umbral y me dirigí al grupo que dentro del cuarto rodeaba la cama. Asomé la cabeza entre los allí reunidos y la briza nocturna que entraba por la ventana trajo hasta mi un horrendo hedor a vomito y mierda. El cuarto presentaba un estado lamentable, sobre la rustica mesita de noche, un cenicero rebosado de colillas anunciaba una marca de cerveza ya desaparecida. Las manchadas cortinas, confeccionadas con sacos de harina, se mecían como espantadas de aquella nube fétida. Un calendario, colgado de un oxidado clavo, mostraba la fecha, martes 22 de marzo de 1966. De un tubo de metal, atado con alambres a las vigas del techo, colgaban en desarraigo las pocas prendas de vestir pertenecientes a Pupú. Desde un portarretrato enmarcado en calamina, una foto de Cira, lozana, joven y sonriente, era mudo testigo de aquella escena. Sobre la cama de estrujadas y percudidas sabanas, yacía el cuerpo inerte de Pupú, embarrado en una sustancia viscosa devenida de sus propios intestinos. Rebosados hasta la fina franja azul del borde superior, dos bacinillas de esmalte blanco obstruían el aseso al lateral de la cama.

Fueron necesarios seis hombres para levantar aquel desvanecido cuerpo y trasladarlo, a intervalos, del cuarto al comedor, del comedor a la sala, de la sala al portal y del portal al auto de alquiler que esperaba en el oscuro callejón. A duras penas lograron introducirlo en el asiento posterior. Casi en puntica de pies yo observaba por la ventana del auto el cuerpo inerte tirado a la larga. Lo vi abrir un ojo, abrir el otro, sacar el brazo derecho que le había quedado doblado bajo el peso del cuerpo. Aquella posición inicial era muy incómoda para dar el viaje de 15 kilómetros hasta Colón. − ¡Está vivo, está vivo!- Grite a todo pulmón. Después de proferir un: − ¡Ay María Santísima! Mirta Corredera sufrió un desmayo, víctima de la desnutrición, más que de los nervios.

El auto partió, veloz, dejando la multitud envuelta en una nube de polvo, sombras nocturnas, esperanzas y conjeturas.

Las investigaciones de los médicos y las realizadas en el lugar de los hechos por amigos y vecinos, corroboraron lo que muchos sospechaban, todo había sido un simulacro. Un purgante de Palma Christi y un leve enjuague bucal con mata rata, fue lo que utilizo Gilberto Crespo para atentar contra su vida. Esa misma noche, Pupú fue dado de alta del Hospital de Colón y regresó a casa. Cira jamás regresó.





 




 
 



 










































































































































































































































































































 
 
 
 
 
 
 

 
 

 
 


 


 





Sunday, March 11, 2012

LIFE AND MY CHILDREN.

 

by Rebeca Nunez Grillo on Sunday, March 11, 2012 at 10:56am ·
Today is March 11, 2012, Sunday, I've woken up with my head full of thoughts, emotions, and ideas. Last night when I went to pick up my daughter from the OLL Fair we had one of our usual mother and daughter talks. We briefly talked about her headache, what she ate, what rides she did, and who she saw. Precisely, who she saw, is what drove us to have a brief but deep conversation about life. We talked about the choices one makes whether they are the right or wrong ones and how they can affect and change our lives forever. We talked about how parents (of course always trying to do what is best for our children) can be the catalyst that pushes these teenage young adults into the wrong or right path.

I have told both my children that I will never get tired of telling them how proud I am of them, and that I will always make my feelings known about certain situations, decisions or people. Some of my opinions will be received positively and some will not. Nonetheless, they are very well aware that their father and I will tell them how we feel. I feel very confident in telling them because I have earned the ability or title (for lack of a better word) to do so because I am their mother and secondly because I am older and wiser. 

I have also made it clear to them that being older and wiser doesn't make us always right and that sadly older adults also make HUGE mistakes as well, of which 99% of them are inexcusable and totally avoidable. Those are all life experiences that are needed to shape who you will become. As I always say my own personal quote:
"Life will never be the same only different"

Now going back to what brought me to these thoughts. There is one particular friend of my daughter that she's known since preschool and at the tender age of 17 has unfortunately gone through life changing situations that have shaped her life forever and not in a positive way. We talked about how sad I felt seeing that young teenager having to go through such pain and confusion at 17. We've talked about how these teenage years can be so much fun for them and so scary for us parents. Both my kids know that their father and I want them to be the best they can be and most importantly loving what they decide to do and to always try to do the right, responsible thing. We will be there to support them. We've talked about that not all of their friends now will be their friends in the future and that along the way they will meet new friends that will also shape their lives. 

As a mother, my wish is it will be shaped in a positive way. I have so much faith in my daughter's inner "sense" that I am sure she will come to appreciate all the choices she makes whether they are the right or wrong ones and learn from them all. I pray that we may continue with those brief but so meaningful conversations. I have come to learn that my daughter who is also 17 has the ability and maturity to pick up on certain personality characteristics good and bad that truly impress me. I would like to protect my children from any harm, heartache, and any disappointments...I am very aware that I will not be able to do that 100%. All I can do is hope and pray that my children will have the wisdom and the right coping skills to overcome all adversity and life's disappointments and at the same time take in and appreciate all of life's wonderful things as well. I have told them time and time again that life is beautiful and full of hopes and dreams and that if you try hard enough you can succeed.

My daughter and son have told me, not in these exact words, that they are very lucky to have been born into such a great family. That, in itself, fills me with tremendous joy and fulfillment. I love you Caroline and Gregory!!

Saturday, March 10, 2012

LO QUE DIJO MARIELA.

En su reciente visita a Republica Dominicana, durante una conferencia en la Universidad Autónoma de Santo Domingo Mariela Castro Espín, la hija del “generalísimo” Raúl Castro dijo textualmente: “Los cambios sociales no se generan por iniciativa de los opresores, sino por iniciativa de los oprimidos.” Se refería a la violencia de género, a la violencia domestica, que tanto daña nuestras sociedades machistas. Leí su declaración, dos veces. Como cada cual interpreta los contenidos a su manera, no pude evitar interpretar este a mi manera. No me negaran que sus declaraciones le vienen muy bien a todos esos valientes que dentro de Cuba, pacíficamente se enfrentan a la opresión de su tío y de su padre. Cuando se respalda una tiranía, hay que ser muy cuidadoso y selectivo con lo que se dice.