“La eternidad
por fin comienza un lunes” nos sentencio hace unos años nuestro poeta Eliseo Diego.
Tengo pruebas que en ocasiones puede comenzar un sábado. Este sábado 5 de mayo
de 2012 la eternidad comenzó con unos boquerones, queso manchego y jamón
serrano, cortesía de nuestros amigos Sara y Bernardo Campos, acompañados claro está
con Buchanan. Disfrutamos así, del Kentucky Derby donde mi caballo favorito
Bodemister obtuvo un honroso segundo lugar.
En compañia de los Campo viajamos a Miami
para asistir al concierto de Pedro Luis Ferrer, hicimos una escala en El
Rincón Asturiano, excelente restaurante, exquisita comida. Llegamos al Miami
Dade County Auditórium justo en el momento en que Pedro Luis recibía el
aplauso de apertura. Nos sentamos y se sentó, rasgo las cuerdas de su guitarra
y comenzó la magia. Un recorrido por gran parte de su repertorio, nos llevo
desde Mario Agüe, hasta la vaquita Pijirigua, confesó que se inspiro en su abuelo
materno para componer El abuelo Paco, pero que la picardía y la intuición del
cubano le había dado otro destinatario, y agrego: - Al que le sirva el saco que
se lo ponga.
A más de uno le empaño
los ojos con su interpretación de, Romance de la niña mala.
Admiro a Pedro Luis por su música, y por su crítica a lo mal hecho que tanta censura le ha causado en Cuba. Entre guarachas, son montunos y baladas le hablo a su público, siempre con una sonrisa diáfana, sincera. Sin darnos cuenta, se nos fueron dos horas y media.
Admiro a Pedro Luis por su música, y por su crítica a lo mal hecho que tanta censura le ha causado en Cuba. Entre guarachas, son montunos y baladas le hablo a su público, siempre con una sonrisa diáfana, sincera. Sin darnos cuenta, se nos fueron dos horas y media.
Nada para recibir la madrugada del domingo, como una
mesa, una botella de Buchanan y la actuación de esa diva nuestra Malena Burke
en Hoy Como Ayer. Los cubanos tenemos un sentimiento de pertenencia que nos
impulsa a llamarle nuestro a lo que queremos a lo que admiramos y Malena es
nuestra, como lo es la palma el tabaco el son. Con ese arte que se hereda, que se
lleva en la sangre y con esa maestría que dan las tablas, Malena lleva a su
público por los senderos del ritmo, nos pone a bailar con una cadenciosa
guaracha y nos saca las lágrimas con un sentido bolero. Joven abuela de un Grammy,
canto en un emocionante trío con sus dos hijas Dulena y Lena. Su voz es trueno y caricia, es
volcán y placentero arroyo. De Carlos Varela nos regalo Habaname, mas que
canción un himno que acaricia las fibras de los corazones ajados por la nostalgia
y la distancia impuesta. Al salir, la luna, la más grande y redonda del
año iluminaba la madrugada de Miami, la mire con detenimiento y pensé en la Habana,
esa descuidada novia que duele al sur de nuestro anhelo, tan cerca, tan lejos, imagine su
reflejo sobre el apacible mar y el muro del malecón húmedo de rocío y salitre. Fue
un dia, una noche y una madrugada para la eternidad. Malena, te lo dije anoche: - ¡Gracias por tu arte!
Si no existieras, los cubanos te inventariamos.
De verdad que tuviste un día lleno. Agradable lectura de domingo además. Gracias, Miguel.
ReplyDeleteCésar