Nací y me crie en Mercedes, un central azucarero
enclavado en la llanura de Colón, Matanzas, Cuba. Sus dos torres, fueron parte
del el horizonte de mi infancia y una visión que llevaré por siempre en mi
memoria. Esta mañana desperté y al asomarme al balcón de mi camarote las torres
del Central Romana, en Republica Dominicana me daban la bienvenida a una tierra
que por esas cosas del destino es parte de mi hoja de ruta de exiliado y me recuerda
mi punto de partida y mi origen.
Quede extasiado mirando el humo negro que expulsan
como prueba de su productividad. Pensé en el Central Mercedes, (6 de Agosto) arruinado
y abandonado hoy, del cual solo quedan precisamente las dos torres. Me dolió el
contraste. Recordé que el Central Romana es propiedad de una familia cubana a
quienes el régimen de Fidel Castro les confiscó todas sus propiedades en Cuba, incluyendo
centrales. Con tenacidad y audacia han logrado recuperar lo perdido y además del
Central Romana son propietarios de dos centrales y refinerías de azúcar en el
sur de la Florida.
No existe mejor prueba del fracaso del sistema
castrista que la comparación de estas dos historias. Aún con mano de obra
esclava, pagando sueldos miserables en una moneda creada por ellos y sin valor alguno,
los hijos de Ángel Castro y Lina Ruz llevaron la industria azucarera y a un país
prospero a la ruina. En tierra extraña, comprando unas hectáreas de terreno en
la década del sesenta, los hijos de Alfonso Fanjul y Lilian Gómez Mena lograron
construir un imperio. Hay que ser muy terco o muy torpe para no sacar una clara
conclusión de esta historia.
− ¿Qué te pasa? – me preguntó Rebeca. Cuando volví la
vista, todo estaba borroso. El amargo sabor
del mal recuerdo y el dulce olor de la molienda no me permitieron contestar.
Mike Grillo
14 de febrero 2017
La Romana, Republica Dominicana.
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