Pero si está la bandera….
Con esta frase comienza el segundo párrafo de un poema
que José Martí escribió en relación a un evento de baile en el que actuaba una
bailarina española. La musa para escribir “El alma trémula y sola” le llegó a Martí
una noche de 1890 en el Teatro El Edén Musee de New York viendo bailar a
Carolina Otero.
El sentimiento que agobió a Martí aquella noche es fácil
de comprender. El dolor por el país, por la patria perdida, le impedía al
ciudadano, al poeta, al hombre, entrar a un recinto adornado con la bandera que
representaba al opresor. No era una cuestión de odio, era honor, era vergüenza,
era dignidad.
Un siglo y cuarto después el mismo país vive bajo una
dictadura, no menos aberrante por ser, esta vez, cubanos sus dirigentes. En los
últimos años soplan vientos de reconciliación, Muchos artistas residentes en la
Isla viajan a actuar a Estados Unidos, a Miami en particular. Soy solidario con
ellos, asisto a sus actuaciones y coopero con muchos eventos porque entiendo
que son tan victimas o más que los que no vivimos en Cuba. Vivir en Cuba no
significa simpatizar con el régimen. Aunque si hay algunos que simpatizan y cooperan,
las pruebas están ahí, fáciles de obtener en youtube, en la internet.
El Flamingo Theater Bar aquí en Miami, anuncia próximamente
una actuación de Candido Fabré, un cantante cubano a quien hemos visto
innumerables veces cantarle a Fidel y a Raúl, más que cantarle arrullarlos con
elogios y pleitesías. Candido está en todo su derecho a ser cándido con los despotas. Como es mi
derecho no asistir a un evento donde se presente él o ninguno de los que adoren
a quienes yo considero culpables de la tragedia de una nación. No participo en ningún
tipo de acto contra su presencia aquí, esos actos me parecen abominables. Pero
no señor Fabré, mi dinero me lo gasto con gusto disfrutando de un artista cubano
local que tiene el alma trémula y sola y a sus espaldas la carga y la dignidad de
vivir alejado de su tierra y de su gente por culpa de aquellos a quienes usted les
canta las mañanitas.
No es cuestión de odio. Es por honor, por vergüenza,
por dignidad, que yo no puedo entrar.
Han hecho bien en quitar
El banderón de la acera;
Porque sin está la bandera,
No sé, yo no puedo entrar.
El banderón de la acera;
Porque sin está la bandera,
No sé, yo no puedo entrar.
Bravo, mi amigo. Estoy contigo. Si vamos, llevemos un cartuchito con huevecitos y tomaticos podriditos para darle uso durante la funcion.
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