Las veo
avanzar lentamente por el pasillo del restaurante. Cada una carga en sus manos
el peso de una bandeja con el desayuno y sobre sus hombros, sobre sus cuerpos, el
implacable peso de al menos ocho décadas de vida. Las cabelleras blancas, la
piel arrugada, los ojos marchitos de tanto mirar, pero en sus labios, en sus
mustios labios, dos diáfanas sonrisas. Paso a paso llegan hasta la mesa continua a la
mía, con dificultad, depositan sus respectivas bandejas en un lento y
tembloroso ritual. Cada gesto, cada movimiento aparenta ser un sacrificio y un
triunfo al impedimento que la avanzada edad les provoca. Se sientan a la mesa, y suspiran exhaustas al
unísono.

Me
miran y escucho un “good morning” a dúo, que devuelvo con gentileza. Extienden
sus brazos sobre la mesa, se toman de las manos, inclinan la cabeza, cierran
los ojos y le rezan a su Dios. Le rezan a un Dios sin intermediarios, sin un
listo de por medio capaz de sacarle provecho a una fe sincera. Son dos ancianas
genuinas representantes de una especie camino a la extinción, algo que aun se
puede observar, campo adentro en “Heartland Florida.” Las miro y las admiro en silencio. Me
recuerdan a mi madre, a mis tías. Me conmueve la escena. Me levanto de mi mesa he
terminado mi desayuno. Me acerco a ellas, con ternura les regalo mi mejor sonrisa
y les digo con mucho respeto, Ladies, God
bless you both and God bless América. Salgo del restaurante pensando,
imaginando, cuanta historia, cuanta vida
acumulada en estas dos damas. Familia, amigos, amores, porque ellas un día también
fueron jóvenes y bellas.
mi amigoooooooooo ud me saca las lagrimas con tanta facilidad. q bien y q mal ser de esta especie sensibleeeeeeeeeeee... como ud y como yo. q medimos en el aire,,, de un simple soplidooooooo tanta vida , tanta historia. la descripcion es perfecta, la carga emocional tambein pero lo q es mejor aun , es su gestoooooooo. pq no cuesta nada regalar una sonrisa q quizas se convierta en alegria para todo el dia.
ReplyDeleteComo siempre, una lectura amena y agradable. Gracias.
ReplyDeleteOrlando Grillo
Donde quiera hay arte y literatura, solo hay que saber mirar y detenerse. Qué privilegio Miguel poder hacerlo, disfrutarlo y saber compartirlo de manera que a los demás también nos parezca haber estado esta mañana disfrutando de esas pequeñas cosas.
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