Con quince años de edad, joven y lozana comenzó a trabajar como empleada doméstica en casa del hacendado Ángel Castro y Argiz y doña María Argota y Reyes.
En las tardes de hastío en la finca Birán, terminadas las labores del hogar, lustradas las alpargatas,
en las habitaciones en penumbras y a escondidas comenzó a practicar el bolliprontismo con el señor de la casa, veintiocho años mayor que ella.
Ángel, vivía con ella y con su esposa en la inmensa casa de paredes de tabla y techo de zinc.
Obsesionado con aquella ordeñadora furtiva, envió a doña Maria a freír tusas a Santiago. Pero antes y por no sacarla a tiempo (a la esposa) provocó que la criada le pariera tres veces viviendo Doña Maria aún allí.
No ha quedado claro que explicación le daba el señor Castro a su esposa por las tres preñadas que le obsequió a la criada estando aún unido en legítimo matrimonio con ella.
Angelita, Ramón y Fidel fueron los nombres de aquellos tres actos de penetrante malabarismo. Cuatro barrigas más le espantaría el gallego a la pinareña siendo ya su esposa. Raúl es el producto de una de ellas.
Ahora que el mundo se enfrenta a una horrible pandemia y aprendemos todos los días nuevos detalles sobre este mal. No es necesario estudiar el caso en un laboratorio. Basta con mirar el desastroso resultado en todos los niveles sobre todo
un país. Lina Ruz Gonzalez fue la portadora asintomática del peor virus que a sufrido la nación cubana.