Pensé
titular este artículo, En defensa de Leonardo Padura, pero descubrí que su
contenido distaba mucho de ser una defensa. ¿Por qué? Veamos. Primero quiero
ser justo, quiero ser honesto, porque imparcial sé que no podré ser.
Recientemente una comparecencia de Padura en el programa Otra vuelta a la tuerka (así
con K) que conduce Pablo Iglesias ha generado cierto resquemor entre sus
conciudadanos. Oí y leí los artículos y los comentarios. Algunos amigos me los
enviaron privadamente, y quise corroborar por mi mismo de que se trataba. Tuve
que ver la entrevista completa. De ahí proviene el cambio de titulo.
Empiezo por
reconocer que Padura no necesita que yo lo defienda, prosigo por reiterar que
si es cierto que en la entrevista expresa cosas con las que yo estoy totalmente
en desacuerdo, comenzando con la entrevista misma, porque señores, le ronca el
mango que Leonardo le conceda una entrevista al Pablo ese. Ah pero si lo
pensamos bien, Padura está en todo su derecho, al menos yo no soy nadie para
decirle con quien o con quien no sostener una entrevista. De la misma manera
que nadie puede coartarme el derecho de decirle a Padura lo que siento y lo que
creo.
Los
titulares señalan, de manera crítica, sus opiniones sobre la guerra de Angola. Pero
increíblemente no señalan sus declaraciones sobre muchas otras cosas. Su feliz niñez,
su recuerdo de niño de un doctor negro y un barrendero blanco en su barrio, anécdota
que desde mi punto de vista, desdice la propaganda fidelista sobre educación y
otras cosas. Su mención del quinquenio gris, “decenio negro” le llamó y de cómo
se censuró a Lezama Lima, Virgilio Piñera y tantos otros. De cómo los libros de
Guillermo Cabrera Infante no se publicaban, de la represión contra los
homosexuales. Habla de cómo la “planificación socialista” le tronchó su carrera
periodística. De cómo hasta el 2011 un cubano no podía hospedarse en un
hotel, comprar o vender un auto o una residencia.
La
entrevista es larga y tiene varias aristas. Cuando Pablo le dice, “te voy a
preguntar pero es muy difícil concretar esta pregunta, ¿Cómo era el ambiente en
Cuba para ser escritor y periodista en los años ochenta?” Padura le contesta, "Si a ti te parece que es difícil hacer la
pregunta te podrás imaginar la respuesta como puede ser.” Más adelante confiesa
su ignorancia hasta finales de los ochenta, debido a la censura del régimen, sobre
Trosky y su asesino Ramón Mercader.
Respecto al
tema de la Guerra de Angola Padura dijo, “no se puede comparar con Vietnam
porque no se puede comparar una derrota con una victoria” ahí creo tiene razón.
Donde nuestro laureado escritor mete la pata es cuando afirma, “la cifra de
muertos cubanos en Angola es ridículamente baja”. ¿Baja en qué sentido? Lamento
mucho tener que aclararle al Señor de Mantilla que utilizando las cifras del
gobierno cubano, “Cuba con 9 millones de habitantes perdió
2,650 soldados en la guerra de Angola y Estados Unidos con 200 millones de
habitantes perdió 58 mil soldados en la guerra de Vietnam. La caprichosa e
irresponsable forma de Fidel Castro de alimentar su ego y de pagar la ayuda
recibida de la Unión Soviética hacen que la pequeña nación caribeña perdiese
más hombres porcentualmente (soldados/habitantes) en Angola, que los Estados
Unidos en Vietnam. Cuba 294.44 soldados por cada millón de habitantes. Estados
Unidos 290 soldados por cada millón de habitantes”. Ya ve usted Padura como un hecho pueden ser visto de distintas
formas.
Una realidad. Los cubanos que consideramos
el régimen castrista la más totalitaria y represiva dictadura sufrida por la Nación
cubana quisiéramos ver a un Padura enérgico en su denuncia, sin detenernos a
pensar que él es un producto del sistema, aún vive bajo su pesado manto. Que incluso
puede sentir simpatías por él. Esto último prefiero seguir dudandolo.
Debido a la guerra de Angola Padura
padece, según cuenta él, “un trauma acústico irreversible”. Aprovecho para informarle
que padece también una enfermedad muy popular entre los cubanos, “apendijitis
aguda” la cual nunca se cura del todo y suele reflejarse notablemente en
aquellos que aún mantienen residencia en la Isla y siguen al alcance de los
caprichos del régimen. Yo no soy capaz de acusarlo por eso, ni a él ni a nadie.
No estamos en igualdad de condiciones. Yo no vivo en Cuba.
Seguiré leyendo
sus libros. Seguiré conservando la pelota firmada por Nolan Ryan con una nota personal
dedicada a él, para entregársela algún día. De algún modo tenemos algunas cosas
en común, la pasión por el beisbol, por las escrituras y los mismos victimarios.