El 5 de
mayo de 1968, a las diez y treinta y cuatro minutos de la mañana, un camión de distribución
entró en la calle principal del Central
Mercedes (6 de Agosto) la Calle Real. Victimas del desabasto causado por la “brillantez”
comercial y las leyes socialistas de los dirigentes del país, las amas
de casa residentes en dicha calle abandonaban sus quehaceres diarios y seguían
en una caravana de algarabía cualquier vehículo que semejara la llegada de mercancía
a la Tienda Grande, o antigua tienda de Ramón el gallego, principal comercio
del pueblo.
Aquel día no fue
diferente. El grito de “llegaron los blúmer” desató, entre las mujeres del
pueblo, el desespero por obtener una de
aquellas prendas. La comitiva, dando vítores hacia lento y difícil el tránsito
del pequeño vehículo cargado de las codiciadas prendas. Si grande era el grupo
que lo acompañaba, mayor era el que lo esperaba frente a la tienda. La voz de Cundunga, se oyó por encima del ensordecedor bullicio, −
Tengo el uno, cojones. Gritó a todo pulmón. No importaba que hubiese llegado
cuando ya la cola estaba formada, nadie se atrevía a desafiar aquella
corpulenta negra. El silencio se apoderó de los presentes. –El uno lo
tengo yo, no me lo quita nadie y esos cojones te los metes. Ripostó Chicha
desde la puerta de la tienda. Negra como Cundunga, pero de menor estatura, temida
también por su filosa y ofensiva lengua.
La muchedumbre
rápidamente se dividió en dos grupos, uno respaldaba a Cundunga, el otro defendía
a Chicha. Ambos exhortaban con gritos y disfrutaban el morbo de ver a las dos
mujeres más temidas del pueblo ventilar sus diferencias. En pocos segundos las agresiones
pasaron de verbales a físicas. Ambas se enredaron en una feroz bronca que incluía,
tirones de pelos, desgarramiento de vestimentas, menciones de preferencias y hábitos
sexuales, defecación en progenitoras. Aquí hago un paréntesis para alimentar la
curiosidad popular, y aclaro: (se halaron las pasas, se rompieron las blusas,
se gritaron puta, se cagaron en sus madres.)
La pelea
duró aproximadamente diez minutos. Terminó
con Cundunga y Chicha encueras, rodeadas de un mar de gente. Sólo los
ajustadores o sostenes sobrevivieron las agresiones. Todos los presentes comprendieron
entonces la razón por la cual las dos mujeres pelearon tan ferozmente por el
primer puesto en la cola, ninguna de las dos llevaba blúmer. Los residentes del
pueblo se apropiaron de un lema pronunciado por Fidel en unos de sus discursos
para mofarse del dictador y del incidente: “Revolución es enseñar la chocha si
es necesario”
Hoy se
cumplen 47 años de aquella batalla. Muchos en este país celebran hoy 5 de mayo, La Batalla de Puebla. La batalla
donde el ejército mejicano derrotó a las fuerzas francesas. Nadie celebra, ni en este país ni en Cuba “La Batalla
de mi Pueblo” aquella que escenificaron Cundunga y Chicha y que demuestra lo
que una revolución fue capaz de lograr: que dos mujeres enseñen hasta la chocha,
para comprar un blúmer.